Ayuno y silencio en la vida cristiana

En la misión, también se escucha. El ayuno y el silencio nos recuerdan que Cristo es más necesario que el ruido y el pan.

VIDEO:

PODCAST:

Transcripción:

David Puerto:

Hola, nuevamente a este espacio donde platicamos acerca de temas esenciales. Esta es una serie de pequeños episodios que hemos llamado temas esenciales porque consideramos que las disciplinas espirituales están profundamente conectadas con nuestra misión.

Como hijos de Dios, de un Dios misionero, somos un pueblo en misión. Y, especialmente, aquellos que tienen una aspiración al campo misionero creemos importante que consideren estos temas en más profundidad.

Así que hemos hecho esta serie de temas esenciales para que sean un punto de partida para su reflexión y su meditación.

Y nuevamente nos acompaña Justin Burkholder. Gracias, Justin, por estar con nosotros.

Gracias.

Justin Burkholder:

Un honor. Gracias, David.

David Puerto:

Justin es el director internacional de TEAM y hemos estado conversando acerca de diferentes temas esenciales, como la oración, la lectura de la Palabra y otros.

En este episodio nosotros vamos a hablar acerca de dos disciplinas —podemos decir algo olvidadas o ignoradas, tal vez— que son el ayuno y el silencio.

Hay un escritor puritano, Justin, que se llama Richard Sibbes, y él escribió, entre muchos otros libros, este que se llama La caña cascada. Es un pensador profundo y él dice que “el alma que no sabe guardar silencio difícilmente escuchará el susurro de Dios”.

Exploremos estas dos disciplinas —tal vez, no sé si decir ignoradas o al menos olvidadas, pero poderosas— y cómo estas dos disciplinas se conectan con nuestra vida misional, especialmente en aquellos que tienen la aspiración para salir al campo misionero.

Las palabras se definen muy bien: ayuno y silencio. Pero, para ir un poquito más profundo, ¿qué nos dicen estas prácticas espirituales de nuestro caminar con Cristo?

Justin Burkholder:

Pues, como he mencionado antes, hablar de estas cosas no implica que seamos expertos en estos temas. Seguimos siendo aprendices.

Pero yo creo que ambas disciplinas, tanto el ayuno como el silencio, lo que tienen en el centro es este concepto de autonegación: me estoy negando a mí mismo, negándome al apetito alimenticio, al deseo de comer, a estas cosas; y negándome aún al compartir mi opinión, al hablar.

En ambos casos es una disciplina y diligencia en restringirme de aquellas cosas que por naturaleza deseo y que, por naturaleza, a menudo procuro sin mucha conciencia. Solemos comer sin realmente pensar mucho en qué estamos comiendo, solemos hablar sin pensar mucho en qué estamos hablando.

Entonces, ambas cultivan una mayor conciencia de estos apetitos que existen a nivel de nuestro ser. Pero el punto no es en sí la negación, es la negación para algo superior.

Creo que especialmente lo vemos muy claramente en las Escrituras en cuanto al ayuno. En Lucas capítulo 5, cuando Jesús está hablando de por qué sus discípulos no ayunan y los discípulos de Juan sí ayunan, Jesús dice: “Bueno, cuando vas a una boda, si está ahí presente el novio, estás en banquete, estás en fiesta”. Es cuando se va el novio donde ya hay un deseo de estar con él. Entonces Él dice: “Mis discípulos no están ayunando porque están conmigo”.

La premisa es que cuando nosotros ayunamos, lo que estamos dando a entender es que anhelamos estar con Jesús aún más de lo que anhelamos comer; que nos apartamos de estos deseos y apetitos para apreciar, atesorar y estar en intimidad con Jesús, con anhelos a ese día cuando estaremos con Él.

Y creo que, muy parecido, con el silencio también estamos diciendo: “Yo quiero la Palabra de Dios, su sabiduría más que la mía, más que la propia”. Entonces, en ambas disciplinas me estoy restringiendo o negando algo para obtener, disfrutar y deleitarme en algo superior.

David Puerto:

Entonces, solo para aclarar: no hacemos estas cosas como una penitencia.

Justin Burkholder:

Exacto. Sí. Esto no es castigo, aunque quizás para algunos así se siente, pero no es castigo.

David Puerto:

Sí. Y vivimos en una sociedad de consumo, donde tenemos a disposición, a un clic, comida y mucho ruido en nuestras vidas. Pero no estamos diciendo que practicamos estas disciplinas como un acto de penitencia para quedar bien con Dios; al contrario, es un acto para encontrarnos con este Dios que anhelamos.

Ahora, cualquiera podría pensar: “¿Los misioneros necesitan esto?”. Ellos no son supercristianos que deciden dar su vida para ir a predicar el evangelio transculturalmente a otros contextos.

¿Qué piensas de eso, Justin? ¿Necesitan los misioneros transculturales el ayuno y el silencio en sus propias vidas?

Justin Burkholder:

Pues yo diría que, en un plano, cualquier cosa en la que participaba Jesús es probablemente algo que nosotros necesitemos. Nosotros vemos que la vida de Jesús incluía tiempos de ayuno, tiempos de retirarse en silencio. Entonces, si estas eran prácticas de Jesús, cuánto más lo vamos a necesitar nosotros.

Pero yo creo que, específicamente pensando en nuestro contexto, ambas de estas cosas —tanto el consumo material, con la comida como ejemplo principal de eso, como el hablar— son cosas que, por el estrés, la complejidad y todas las cosas que provoca la vida misionera, nosotros fácilmente podemos llegar a engrandecer demasiado el yo.

Y el yo entonces se descontrola. A veces se descontrola en nuestro consumo de comida, en nuestro consumo de bebida, en nuestro consumo de diferentes cosas; o se engrandece en nuestra plataforma, en nuestro compartir. Si nosotros pensamos en el obrero transcultural, a menudo está en una plataforma, está hablando, está compartiendo.

Yo creo que ambas de estas disciplinas cultivan humildad en nosotros, en reconocer que la fuente de nuestra dependencia, la fuente de nuestra vida, la fuente de sabiduría, la fuente de energía, es nuestro caminar con Dios en Cristo.

Hay peligros particulares que yo creo que ambas de estas disciplinas realmente atienden en la vida del obrero transcultural. Y, por lo tanto, sí, yo creo que estos son sumamente importantes para la vida del misionero.

David Puerto:

Cuando pensamos en el trabajo en el campo misionero, vemos que hay muchas ocupaciones.

En tu caso particular, ¿qué prácticas podemos usar o recomendarías a creyentes que están sirviendo transculturalmente para fomentar esos espacios? Que, en lugar de ruido, haya silencio; y en lugar de mucha comida, sobreconsumo, haya ayuno.

Y bueno, hablar de ayuno también no solo es referente a la comida, pero hay diferentes tipos de ayuno. Algunas personas que, aun por salud, se les hace difícil ayunar tan prolongadamente.

Pero, ¿qué prácticas personales podemos usar para fomentar estas dos disciplinas en nuestro caminar cristiano al pensar en servir transculturalmente?

Justin Burkholder:

Sí, mira, yo creo que es bueno para todos pensar en el concepto de ritmos de diferentes épocas en su vida. Entonces, yo creo que hay ritmos diarios, semanales, quizás trimestrales y anuales en los que puede pensar el obrero.

Yo creo que diariamente es muy importante que haya espacio durante todos los días para tomar una pequeña pausa del ruido y del consumo, retirarnos si son 10 o 15 minutos y simplemente meditar en la bondad del Señor, meditar en algún salmo, meditar en algún pasaje bíblico. Tener ese espacio y tiempo de silencio aunado a su tiempo devocional. O sea, yo creo que el tiempo devocional ya lo hemos hablado en otros episodios. Pero más en la tarde, en la noche, lo que sea, el no simplemente dejar que el ajetreo de la vida sea la que define nuestra postura y nuestro bienestar, sino que también nosotros seamos intencionales en romper el ruido y crear espacios de silencio.

Yo creo que semanalmente el tomar una o dos horas al final o al principio de la semana simplemente para decir: “Esto va a ser un tiempo adicional apartado”. Una de las prácticas que yo sí recomiendo a otros, que es muy importante, es pensar trimestralmente o algo así en un retiro personal de un solo día. No tiene que ser ni nocturna ni nada así; simplemente tomarte un día laboral entero y decir: “Este día lo voy a dedicar a meditación de las Escrituras, voy a dedicarlo a oración, voy a dedicarlo a simplemente escuchar de la dirección del Espíritu, voy a dedicarlo a alabanza, adoración”. Y sí, como director de una organización misionera, yo diría: nuestros obreros tienen que hacer eso. O sea, esto es absolutamente necesario. Eso no es un lujo que se deberían dar; esto es esencial para nuestro bienestar y aún el fruto ministerial.

Y yo creo que anualmente se puede pensar en un retiro multidía. Un retiro de dos o tres días, algo así, donde si le es posible apartarse, quizás simplemente como pareja o como individuo, y apartar más tiempo para estar en ese tiempo extendido con el Señor. Y yo creo que esos tiempos pueden servir también como los momentos donde uno está en ayunas. Quizás, sí, hay muchos que por salud no lo pueden, pero yo sí animaría a los que pueden. Hay algo particular por lo cual esta disciplina siempre ha incluido el ayuno de la comida. Entonces, para los que pueden, les animaría a hacerlo.

Sin embargo, ese espacio debería ser por lo menos ayunar de redes sociales, del internet, de televisión, de otras cosas. O sea, crear todo el espacio necesario para, como nos dice Eclesiastés, estar quietos, dejar de hablar, dejar que mis palabras sean pocas y recibir del Señor durante ese tiempo.

Y yo creo que esos momentos no solo son necesarios para fortalecerme, sino que en mi vida —y quizás en la tuya— esos momentos se vuelven anclas para luego ver futuros proyectos ministeriales, futuras oportunidades ministeriales, momentos donde Dios me visita de una manera particular porque creé el espacio. Y ahí, en esos momentos, Dios va guiando y dirigiendo nuestros pasos ministeriales. En este entorno impredecible y desconocido, Dios usa esa intencionalidad para ir dirigiendo nuestro camino en la obra transcultural.

David Puerto:

Claro. A mí una de las cosas que me impresiona en el ejemplo de Jesús en Mateo capítulo 4 es que fue dirigido por el Espíritu Santo al desierto para ayunar y vinieron tentaciones, pero todo eso entonces lo preparó para su ministerio terrenal.

Entonces, nosotros, al pensar en ayuno y silencio, reconocemos que es muy fácil que nuestras almas corran. Terminamos de trabajar y algo ya ocupa nuestra mente, nuestro pensamiento, nuestro corazón, y vamos directamente a redes sociales, a series, a deportes o a la refri también.

Pero estos son hábitos de gracia que nos llaman a detenernos, que nos llaman a rendirnos y también que nos llaman a renovar nuestra vida interior.

Así que les animamos, hermanos, hermanas, a todo creyente y particularmente a todos aquellos que sirven de manera transcultural, a que tomen en seria consideración el ayuno y el silencio como prácticas y ritmos de vida para su crecimiento espiritual, pero también para su servicio ministerial a largo plazo.

Así que, Justin, muchas gracias por estar con nosotros y nos vemos en una futura entrega con esta miniserie de temas esenciales. Que el Señor les bendiga.