Mujeres en la misión: desde República Dominicana a Taiwán, con Jeanine Martínez

Jeanine Martínez comparte su experiencia en la misión transcultural, desde los desafíos de adaptarse a nuevas culturas hasta la riqueza de ver el evangelio transformando vidas en Asia.

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PODCAST

Transcripción

David Puerto:

Hola, soy David Puerto, y bienvenidos nuevamente a este espacio de TEAM Latinoamérica. Este es un podcast donde hablamos con amigos acerca de la misión de Dios para entusiasmarnos, informarnos, desafiarnos acerca de lo que Dios está haciendo en todas las naciones. Y como en encuentros anteriores, nos acompaña hoy una invitada especial, nuestra amiga Jeanine Martínez.

Ah, Jeanine, qué gozo tenerte aquí con nosotros en esta mesa.

Jeanine Martínez:

Gracias, David, y gracias por la invitación. De verdad, es un gozo poder también compartir contigo y con todos los que nos miran o nos escuchan.

David Puerto:

Jeanine, es emocionante tenerte acá porque vamos a hablar de las mujeres en la misión. Y pues eres una mujer que se ha entendido en misión por muchísimos años. Así que cuéntanos un poco de dónde eres, qué has hecho estos últimos años, un poco de tu historia para que te conozcamos.

Jeanine Martínez:

Bueno, mi nombre es Jeanine Martínez, como dijiste, soy de República Dominicana. Originalmente nací y crecí en República Dominicana. Desde pequeña sentía un fuerte llamado misionero. A los 31 años es cuando salgo a hacer misiones transculturales ya a largo plazo, aunque desde mi adolescencia estuve involucrada en misiones de corto plazo y también en misiones locales en República Dominicana. Pero a los 31 años me voy de misionera a Taiwán, en donde estuve sirviendo en toda Asia del Este y Sureste Asiático por 9 años, hasta que el Señor me llama a venir a Guatemala. Así que ya van a ser 15 años de misiones culturales y ha sido un gozo y no me imagino haberme perdido esta invitación de Dios para poder colaborar con la extensión de su reino en lugares donde aún no se ha escuchado del evangelio o en lugares donde necesitan ser afianzados en el evangelio.

David Puerto:

Jeanine, mencionaste que fuiste a Taiwán y estuviste allá 9 años. ¿Qué implicación tiene eso para una dominicana, una mujer que sale de su casa, de su país, y llega a un lugar tan diferente? Yo no conozco, nunca he estado, pero lo puedo imaginar. ¿Qué significa eso? ¿Cuáles cambios ocurrieron en tu vida? ¿A qué te tuviste que acostumbrar? Cuéntanos un poco de esa historia.

Jeanine Martínez:

La experiencia transcultural en Asia fue una de las más retadoras de mi vida y, al mismo tiempo, de lo que más gozo ha traído a mi vida, al punto de que hoy en día yo le digo a mis amigos, a las personas: «Yo como comida asiática un par de veces a la semana porque es para mí ya parte de mi hogar, también aparte de República Dominicana». Y uno dirá: «Bueno, pero hay una gran diferencia entre Dominicana y Taiwán». Lo primero que tuve que hacer fue aprender el idioma, y me tomó muchos años aprender mandarín y también un poco de taiwanés, que es la lengua que se habla más al sur de la isla. Entender las diversidades regionales que hay en un solo lugar.

Pero aparte de eso, mi ministerio implicaba moverme en toda Asia del Este y también Sureste Asiático. Entonces, aprender del idioma de cada uno de los países en donde Dios me llevaba a ministrar por un dos hasta tres meses, y regresar a Taiwán. Era un cambio constante de alimentación, de sabores, de costumbres, de interacciones sociales. Es muy diferente la forma en que uno interactúa con las personas en Camboya y en Tailandia a cómo uno interactuaría con ellos en la República Popular de China o en Vietnam. El entender esas diferentes matices que tiene la cultura en cada lugar requiere una adaptación constante, readaptación, reaprendizaje y estar abierto a esos cambios, a no asumir que, como muchos de nosotros pensamos en Latinoamérica, el que nunca ha ido a servir a esos lugares o ha vivido por suficiente tiempo es notar la gran diferencia que hay entre, por ejemplo, Corea, Japón, China y Taiwán, son completamente diferentes completamente.

David Puerto:

Y si no conoces eso, si no sabes eso, es muy fácil pasar a todos por el mismo filtro.

Jeanine Martínez:

Exacto. Y aún dentro de China, la cultura de Shanghái es muy diferente de la de los lugares rurales de China. Hay un grupo tribal en China que tiene 15 millones de personas, y es una tribu minoritaria.

David Puerto:

Lo que sería un país en nuestro contexto.

Jeanine Martínez:

Es más grande que mi país donde yo crecí. Entonces, todo eso requiere un nivel de adaptación en aspectos como la comida, los hábitos alimenticios, los horarios, y uno de los aspectos es también la seguridad, el sentirme insegura. A veces viajaba como parte de un equipo, a veces viajaba sola por el requerimiento de servicio en algún lugar. Y ser una mujer soltera, como yo era en esa época, yo me fui soltera a los 31 años y serví en Asia, todo el tiempo que serví en Asia estuve soltera. Entonces los peligros que hay que enfrentar como mujer sola, la cultura, la percepción de la cultura de la mujer, todo eso afecta o facilita, en algunos casos facilita el trabajo misionero.

Entonces, la vida en Asia fue hermosa pero difícil. Me enfermaba mucho por los cambios de comida y la contaminación ambiental. Por ejemplo, soy asmática, y a veces los niveles de contaminación estaban en rojo. Hay medidores que se hacen alarmas nacionales de la calidad del aire, y había que usar mascarilla. Entonces, puede ser complicado, puede ser un poco complejo la vida del día a día. El cómo las personas te perciben, qué plataforma tienes, es diferente llegar como médico que llegar como maestro o llegar solo como misionero. Eso no funciona necesariamente en algunos lugares. Entonces, hay muchas cosas que tomar en cuenta. Es todo un mundo. El servir en Asia era muy distinto a mi identidad en mi país. En mi país, yo serví como ingeniera civil; viví 11 años como ingeniera civil, como profesional consultora. Entonces, era diferente cómo la gente me percibía en mi país. Llegué a un lugar donde nadie me conocía, donde no conocían a mi familia, donde no tengo trasfondo profesional, no hay un trasfondo eclesiástico tampoco de cuál había sido mi trayectoria ministerial. Todo eso es incluso el revisar nuestra propia identidad y decir: «Yo, ante este lugar donde Dios me está llevando, es una identidad distinta». Y no estoy hablando de identidad al nivel bíblico, sino la identidad ante la sociedad, es distinta a la sociedad personal.

David Puerto:

Claro, por supuesto. Y pensando un poco, ¿cómo te percibe la gente? Si pregunta: ¿qué haces?, ¿de qué vives?, ¿tienes un trabajo?, ¿no trabajas?, ¿cómo comes?, ¿cómo consigues tus alimentos?, ¿eres una persona de otro lugar, de otro país?, ¿qué estás haciendo acá? Yo creo que a esa identidad te refieres.

Jeanine Martínez:

Sí. Y en esas culturas es bien visto, por ejemplo, son muy indirectas en la comunicación en algunos sentidos y en otros sentidos muy directos. Entonces, una pregunta normal en Taiwán era: «¿Y de dónde viene tu dinero?, o sea, ¿quién te paga para estar acá?, ¿y qué haces?». Era muy distinto cómo la gente me recibía a la hora de establecer una relación para poder hacer evangelismo relacional y discipulado, de decirles: «No, yo soy ingeniera civil y fui profesora universitaria varios años y ahora estoy aquí, ahora estoy dando clases de español, aunque son clases voluntarias, y también hago entrenamientos de liderazgo». Hay que ver cómo uno pone un poco el producto evangelístico.

David Puerto:

Sí, sí. Y yo creo que ese es un desafío también, porque en cualquier lugar tiene sentido que la gente te pregunte, que tus vecinos te pregunten, que la gente del supermercado, de la tienda, de la gasolinera, te pregunten: «¿A qué te dedicas?, ¿qué haces?», especialmente cuando se comienzan a fomentar relaciones con la gente que te rodea. Porque en muchos contextos no entienden lo que es una iglesia, qué es vida de iglesia. Entonces, vas a uno de estos contextos donde la identidad es muy importante, la identidad de: «¿Qué haces?, ¿a qué te dedicas?, ¿de qué vives?» Y yo creo que ese es un desafío también porque cuando un latinoamericano sale a uno de estos contextos va a tener ese desafío, ¿no? «¿Cómo yo me presento?» Y no necesariamente que uno está engañando a la gente, pero en algunos lugares tampoco puedes decir abiertamente que estás predicando el evangelio.

Jeanine Martínez:

No se puede.

David Puerto:

Y puede no solo correr riesgo tú, sino que las personas que están conectadas contigo en tal vez una red de iglesias, en una iglesia local, en una organización, en un ministerio cristiano. Entonces, yo creo que ese es un desafío muy importante a considerar. Mencionaste que llegaste a ser parte de un equipo, así que ya nos hablaste un poco del equipo multicultural. Pero, ¿cómo fue para ti esa experiencia de ser parte de un equipo multicultural en la misión, y cómo eso afectó tu ministerio y también tu vida personal?

Jeanine Martínez:

La experiencia de servir en un equipo multicultural fue muy rica. Yo recuerdo que uno de los primeros desafíos que tuve fue el hecho de que yo era la única latina en el equipo de misioneros. En un tiempo en el que el equipo era muy grande, hubo un momento que llegamos a ser más de 30 misioneros, pero en el grupo de misioneros de habla hispana éramos solo dos, una mexicana y yo. Entonces, eso trajo un reto interesante y, a la misma vez, me dio una plataforma. No me quedó otra opción sino adaptarme al nivel cultural de los demás, y aprender las costumbres, y colaborar y entender sus perspectivas. A veces yo aprendía mucho de los misioneros que venían de otras partes del mundo.

Por ejemplo, yo era la única persona que hacía comidas latinas. Usaba mi cocina como un punto de conexión para abrir mi hogar, para hacer comida, para recibir a los misioneros y facilitar una conversación entre los miembros del equipo que no hablaban el mismo idioma. De esa manera, de alguna manera, facilitaba que cada uno entendiera al otro, se comunicaran y fueran más eficaces en el ministerio. Entonces, uno de los aspectos que me tocó es que tuve que aprender y usar mi hospitalidad, usar mi capacidad de comunicación, mi capacidad de adaptación para poder ayudar a los misioneros, los solteros en particular, porque uno siempre está buscando esa conexión, que ellos se sintieran más integrados, que no se sintieran solos, que no sintieran que no tenían una red de apoyo. Así que para mí fue un tiempo precioso, me enriqueció mucho conocer las perspectivas de los misioneros que vinieron de diferentes partes del mundo, cómo veían el trabajo misionero, cómo lo hacían, qué era lo que les ayudaba a poder servir en sus lugares y fue una experiencia rica. Por eso fue muy enriquecedor.

David Puerto:

Eso es increíble, sí, y me imagino también el desafío, como mencionaste, porque muchas veces el trabajo con los equipos multinacionales, sobre todo en la misión, lleva a los misioneros a tener que aprender a trabajar en conjunto con personas de diferentes culturas. Lo que para mí es un desafío, porque a veces ni siquiera entendemos las palabras que la gente está usando en el contexto. Y eso es algo que tú viviste.

Jeanine Martínez:

Sí, y uno tiene que aprender a tener sensibilidad cultural. Hay cosas que para uno es una expresión de cariño y para otro es algo completamente inapropiado. O hay cosas que tú das por sentadas y que para el otro es una ofensa. Entonces, eso tiene que aprender uno a navegar, y los misioneros tienen que estar conscientes de ello.

David Puerto:

Qué importante. ¿Y qué le dirías tú a una mujer que está considerando entrar en la misión transcultural, que está considerando salir de su contexto y servir en un lugar distinto? ¿Qué recomendaciones o consejos le darías desde tu experiencia?

Jeanine Martínez:

Yo le diría que, primero, asegúrese de que está siguiendo el llamado de Dios, que esté segura de la dirección en la que Dios le está llamando a servir. Es un viaje que puede ser muy desafiante pero también muy gratificante. Estar preparada para la adaptación cultural, estar abierta al aprendizaje constante, porque uno siempre está aprendiendo y adaptándose. Tener un equipo de apoyo, ya sea en el país de origen o en el lugar de destino, que le apoyen en la oración, en el ánimo, en el cuidado emocional. Y también, estar dispuesta a abrazar las diferencias culturales, a no asumir que lo que uno está acostumbrado es la norma para todo el mundo, y estar dispuesta a aprender y a ser flexible en los procesos.

David Puerto:

Qué importante. Jeanine, ha sido un gozo tenerte aquí en el podcast. Te agradecemos mucho tu tiempo, tus consejos y tu testimonio. Ha sido un regalo para nosotros.

Jeanine Martínez:

Gracias, David. Para mí también ha sido un gozo y un privilegio. Espero que la conversación haya sido de bendición para todos los que nos están escuchando o mirando.

David Puerto:

Así es. Muchas gracias. Y a todos nuestros oyentes, queremos decirles que recuerden que Dios está haciendo cosas increíbles en el mundo, y que tú también puedes ser parte de ese trabajo. ¡Hasta la próxima!