Por qué llevar el evangelio a donde Cristo no ha sido nombrado, ft. Ileana Corzo

David Puerto e Ileana Corzo conversan sobre el Proyecto Ismael y cómo moviliza a la iglesia latinoamericana para alcanzar pueblos no evangelizados en el norte de Ghana.

VIDEO:

PODCAST:

Transcripción:

David Puerto:

Hola, un gusto saludarles nuevamente desde esta mesa.

Ustedes saben que este es un espacio en el que nos reunimos con amigos para hablar acerca de la misión de Dios, no solo en nuestro contexto en América Latina, sino en todas las naciones.

Y mi nombre es David Puerto, y sirvo como parte del equipo global de movilización de TEAM. Y TEAM es una organización, como muchas otras, que busca acompañar y servir a la Iglesia Latinoamericana para unirse a lo que Dios está haciendo en todas las naciones.

Y en esta ocasión tenemos una invitada muy especial, nuestra hermana “Chiqui” Corzo.

Hermana “Chiqui”, bienvenida a este espacio y muchas gracias por compartir con nosotros este tiempo.

Ileana Corzo:

Muchas gracias, hermano David. Les agradezco mucho por la invitación, así que será un placer poder compartir todas nuestras experiencias y lo que el Señor nos ha permitido vivir en este tiempo allá en las naciones.

David Puerto:

Sí. Y estoy muy emocionado por esta conversación porque quiero aprender mucho de lo que ustedes tienen para compartir hoy. Pero antes de que nos cuentes a qué te dedicas, qué haces específicamente en el campo misionero, cuéntanos un poco de tu vida, cómo llegaste a conocer al Señor, quién eres.

Ileana Corzo:

Bueno, mi nombre es Ileana Corzo. No sé por qué me dicen “Chiqui”.

David Puerto:

¿en serio?

Ileana Corzo:

No sé, creo que es por el tamaño.

Bueno, pues la verdad es que… eh… estudié. Siempre me ha gustado estudiar mucho, y en la vida secular pues obtuve el título de Licenciatura en Lengua y Literatura y una Maestría en Administración Educativa. Entonces, trabajé por mucho tiempo en el área de educación, en el gobierno y también en la universidad.

Pero en ese caminar el Señor me fue encontrando. Me casé, tengo dos hijas y soy viuda, me quedé viuda. Entonces, mis hijas tienen un llamado especial también para ir a las naciones, que fueron aprendiendo en el camino en que conocimos al Señor.

Ahí más o menos… algunos ni… yo creo que usted ni había nacido. Pero ahí entonces, por el año 1981, empecé en el caminar del Señor. Empecé yendo a una iglesia luterana, y en esa iglesia no hacían llamado para recibir al Señor Jesús, sino que solamente eran los servicios. Mis hijas felices ahí porque la escuela dominical era excelentísima.

Y luego me trasladé a la iglesia presbiteriana. Iba de “ana” en “ana”. Entonces, me fui a la iglesia presbiteriana y ahí se hacían llamado, y fue en el año de 1984 cuando recibí al Señor Jesús.

¿En qué año nació usted, hermano? 

David Puerto:

Yo en el 87.

Ileana Corzo:

Ah, ya. Miren, no le digo.

Entonces, eh, ahí recibí al Señor Jesús y empezó mi caminar. Vino a Guatemala una escuela bíblica que se llamaba Cristo al Mundo. Vinieron varios misioneros de Estados Unidos, ellos fundaron esta escuela. Ellos habían estudiado en Cristo para las Naciones y en el Instituto REMA. Y trajeron esto y yo me inscribí, y de verdad que ese fue el boom para mí, porque ahí fue donde, eh, recibí ese llamado para las naciones. Tuve la conciencia de la necesidad de salir a evangelizar hacia otros lugares.

Entonces fue así como empecé en el camino. Después de esa escuela, recibía cursos, iba a desayunos misioneros, pero el problema estaba en que la iglesia que yo asistía no era una iglesia misionera, eh, sino que era una iglesia muy linda, de mucho evangelismo nacional, pero no era internacional.

Entonces, eh, yo con ese llamado, ese fuego, y hasta le decía: “Señor, si de verdad eso no es para mí, quítamelo”. Y yo soy algo bromista, y le decía: “Mándame bomberos espirituales a apagar este fuego”. Pero seguía.

Y fue así como en el año 2004 logré salir a través de la Agencia Misionera Evangélica. Ellos tenían un programa. Una de las compañeras de estudio, en tanta escuela bíblica que estudié, eh, hizo un viaje misionero a Ghana, y ahí me involucré con ellos, y así fue como empezó todo.

David Puerto:

¿Y eso en qué año fue?

Ileana Corzo:

Eso fue en el año 2004. 2004. Sí, 2004.

David Puerto:

Bueno, entonces, ahora que grabamos este video, ya han pasado más de 20 años.

Ileana Corzo:

Sí, 20 años.

David Puerto:

Wow, increíble. Y durante todo este tiempo entonces has estado sirviendo en Proyecto Ismael.

Ileana Corzo:

Así es.

David Puerto:

Cuéntanos un poco de qué se trata el Proyecto Ismael. ¿A qué va enfocado? ¿En qué región geográfica es?

Ileana Corzo:

Bueno, como continuando con la historia, yo llegué a Ghana y ahí, estando en el Buduburam Refugee Camp, que el sur de Ghana todo es bien evangelizado. Hay muchas misiones, mucha gente cristiana, católica, de diferente… pero no suben al norte a ganar a sus hermanos.

Y entonces yo dije: “No, yo no me quiero quedar aquí”. Estuve un año ahí en el campo de refugiados, trabajando con ellos junto con una de mis hijas. Y luego, pues, me fui para el norte y vi que en el norte, a partir del centro de Ghana, África para arriba, todos son musulmanes. Hay muy poquita presencia del evangelio, y toda esa cantidad de misiones que hay en el sur no suben a ganar a sus hermanos en el norte.

Entonces yo dije: “Bueno, yo no quiero estar donde ya haya algo”. Y fue así como empecé a investigar, vi que todos eran musulmanes, y vino a mí un versículo que por aquí lo tengo anotado, que está en Romanos 15:20-21, y dice:

“Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido nombrado para no edificar sobre fundamento ajeno; sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán”.

Entonces, ese ha sido el versículo base.

Y me surgió la idea de ponerle Ismael debido a que ahí provienen los musulmanes. Es como el origen y la razón por la que se llama Proyecto Ismael.

Y tengo ahí una misión y visión. Se las voy a leer porque no me la sé de memoria. Pero dice:

La visión dice: Ver a la tribu Nanumba —porque ya trabajamos con varias tribus y la tribu principal con la que empecé a trabajar es la tribu Nanumba y ahora ya trabajamos con otras tribus—, entonces, la visión del proyecto es ver a la tribu Nanumba y otras tribus del norte de Ghana transformados por medio del evangelio integral de nuestro Señor Jesucristo.

Esa es la visión que nosotros tenemos.

Y también hay una misión, y esa misión es: Desarrollar líderes nacionales, porque vamos a hablar en el transcurso de lo que estemos hablando acá, de la dificultad que hay de enviar misioneros.

Entonces, la idea es desarrollar líderes nacionales que prediquen al Señor Jesús por medio de fundación de iglesias, clínicas médico-odontológicas, escuelas de educación, orfanatorios y otros proyectos que estamos desarrollando ahí en el Proyecto Ismael.

David Puerto:

Todo con el fin de hacer discípulos, predicar el mensaje del evangelio y formar comunidades de iglesias locales que puedan seguir ese trabajo en su propia cultura, con su propio idioma.

Algo que me llamó la atención, lo que mencionaste, es que, y pasa regularmente con los países en esa región del mundo, de África, que el norte es muy desértico, el sur es un poco más bosque tropical, lluvioso.

Yo nunca he estado en Ghana, pero sí he escuchado otros misioneros también que dicen: “En el norte hay persecución”, por ejemplo, Nigeria y otros países de esa región. Hay mucho musulmán. En su mayoría los porcentajes son muy altos, hay muy poca presencia del evangelio. Y tienes el sur, donde hay mucho evangelio.

Camerún también tiene ese perfil. Y qué interesante esa dinámica. Pero, como leíste, Romanos 15, y Pablo tiene un corazón pionero para avanzar el evangelio donde no hay testimonio. Y eso fue lo que ha dirigido el Proyecto Ismael durante todos estos años.

Ileana Corzo:

Durante estos años. De hecho, cuando venimos en bus o en carro, como sea, del norte hacia el sur, pareciera como que si uno pasa de una película en blanco y negro a una película de color.

Cuando viene uno en el norte, todas las construcciones, así como todo color de barro, no se ven vegetales, frutas, los niños todos así, solo con sus calzoncitos, así desnudos. Casi. Y mucha pobreza.

Mientras que pasa uno al sur, hay un río ahí, el río Volta. Pasa uno y, al pasarlo, ya empieza el colorido. Entonces, por eso digo, es como pasar de una película de blanco y negro a una película de color.

David Puerto:

Entonces, el norte, para los que nunca hemos estado ahí, el norte luce más desértico.

Ileana Corzo:

Sí, más desértico. Y hasta la arquitectura es diferente. Ya no vemos aquellas iglesias, sino mezquitas por todas partes.

David Puerto:

Bien. Y, ¿qué diferencia, aparte de estas que nos has mencionado, qué diferencias existen entre América Latina y, particularmente, Guatemala, donde vivimos, y Ghana, en África?

Ileana Corzo:

Bueno, pues hay muchas diferencias, pero también similitudes.

La verdad que a veces estamos por allá y cree uno que anda aquí por una aldea de Guatemala también, porque es exactamente igual. La capital desarrollada, pero las poblaciones con pobreza, con poca educación, poca salud.

Y pasa eso que, bueno, hay una diferencia especial, de que las personas, los jóvenes allá, por ejemplo, viven el día. Ellos no se interesan por el futuro.

Las aldeas que nosotros hemos tocado y que se han comprometido con el Señor han tenido un cambio, porque ellos ya no ven solo el día, sino que ven hacia el futuro. Ya piensan: “Yo quiero ser doctor”, “yo quiero ser esto y lo otro”. Hay un cambio.

Entonces, el acceso a la educación para ellos es muy pobre. Muy poco, porque hay una parte que es educación gratuita, pero ya la secundaria ya tienen que pagar.

Y son musulmanes. Cada hombre tiene tres mujeres, como saber cuántos niños, y entonces el poderlos mantener en sus estudios es muy, muy difícil. Es bastante.

Y otra cosa importante es también la cosmovisión.

Por ejemplo, y ahí hay ciertas similitudes con nosotros, porque nosotros somos de esa cultura del miedo y del poder. Y ellos son iguales.

Ellos son, aunque son musulmanes y supuestamente tendrían que tener una diferencia, pasa que ellos viven movidos siempre por el espiritismo, por la brujería, por la hechicería, y a todo le atribuyen algo de tipo espiritual.

Entonces, cuando llegamos nosotros vemos que hay similitudes con cómo era Guatemala.

En la actualidad, por toda la influencia de Occidente, hemos tenido un cambio en nuestra cosmovisión. Pero sí hay muchas cosas que uno mismo… los tiene que… A veces pasa algo y mucha gente dice: “A mí me han de estar haciendo brujería”.

Yo digo que pasa. Aquí en Guatemala ocurre eso y allá también. Todo se lo atribuyen a la brujería, a la hechicería.

David Puerto:

Entonces, hay como una mezcla entre… porque hemos escuchado del islam tradicional, que es muy religioso, tiene estas prácticas muy importantes: la oración, el ayuno un mes durante el año, también el viaje a la mezquita… todas estas cosas que son muy particulares de una religión estructurada, organizada, con sus libros sagrados, también con sus profetas.

Pero está el otro lado de la moneda, que realmente no se encuentra en los libros formales del islam, que son estas prácticas espiritistas y todo esto. Entonces, hay una mezcla ahí. Un sincretismo ahí. Y hay mucho de eso ahí donde ustedes han llegado a ministrar.

Ileana Corzo:

Es muy parecido a Guatemala, porque aquí también, si va uno por ejemplo a Chichicastenango, está el catolicismo. Pero si entra uno a la iglesia, ve que adentro ahí están haciendo brujerías.

Pero allá también son musulmanes, van a la mezquita, son muy religiosos, oran las veces en el día que la mezquita les llama, pero ellos tienen todas esas sus prácticas de hechicería, de brujería. Por ejemplo, llevamos salud y muchos de ellos prefieren la salud tradicional, en donde ellos echan ciertas cosas, acompañado de hierbas y todo lo demás, pero también con brujería.

Y, por ejemplo, tenemos el caso de un joven. Yo a él lo conocí desde las primeritas veces que llegué a Ghana, y él creció, se casó, tuvo un niño, pero el niño tiene parálisis cerebral. El niñito tiene como 3 años, y entonces él tuvo que salir de la aldea con su esposa, se tuvieron que ir a otro pueblo porque la idea ahí es que, si un niño viene con esos defectos, hay que matarlo.

El niño se tiene que morir, porque si no, el niño es una maldición para la casa. Ese va a traer pobreza. Son espíritus que hay, y en otros lados les llaman los “niños espíritu” porque son niños que vienen a maldecir las casas.

Entonces él salió porque dijo: “No quiero que mi hijo se muera, sino que lo voy a tratar de curar”. Y en esa lucha está, de ver cómo sale adelante. Pero sí pasa eso ahí. Que es esa mezcla: ellos son muy religiosos, muy practicantes de los cinco pilares, pero acompañado de toda esa cultura que tenían de sus antepasados.

David Puerto:

Me recordó ahora la historia de Mary Slessor, que justo llegó a Nigeria. Calabar le llamaban antes a esa región, entre Nigeria y Camerún, muy cerca de la frontera. Y tenían estas prácticas, pero claro, sin una religión estatal, más cosas tribales.

Pero con la llegada al evangelio, eso va cambiando, va siendo moldeado por la presencia del Reino de Dios ahí, manifestado a través de obreros.

Y ya nos compartiste necesidades espirituales, especialmente en el norte de Ghana: muy poco acceso al evangelio. La iglesia es menos visible; hay, pero es poca. Y también todas estas necesidades de educación, de salud, de asuntos físicos y dolencias que viven estos pueblos.

No sé si tú has escuchado, hermana Chiqui, pero regularmente uno escucha esta idea de: “En Guatemala hay mucha necesidad, en América Latina hay mucha necesidad. ¿Qué razón tenemos para ir tan lejos?”

Y estamos hablando de que llegar a Ghana no es un asunto de ir ahí a la vuelta de la esquina. Se necesitan muchos recursos, se necesita apartar tiempo y se necesita cruzar muchas barreras para llegar a compartir el evangelio con ellos.

¿Qué responderías tú a las personas que dicen: “Aquí en nuestro contexto hay mucha necesidad y no es necesario salir a otro lugar”?

Ileana Corzo:

Bueno, pues nosotros realizamos viajes de corto plazo y también las personas que ya se van de largo plazo.

Y pasa muchas veces que, con los de corto plazo, las preguntas de sus pastores, de su familia, es: “¿Y por qué te vas a ir tan lejos, si aquí a la vuelta de la esquina hay tanta necesidad?”

Cuando empezamos a platicar con ellos, yo de una vez les advierto de esta pregunta, porque es bien típica la pregunta.

Entonces, yo les digo: “Sí, muy bien, aquí hay necesidad, pero nosotros no vamos a Ghana por la necesidad física o económica, sino que vamos por la necesidad espiritual. Porque aquí en Guatemala tenemos más de 50,000 iglesias… y subiendo. Cada día surgen nuevas iglesias, mientras que allá, en la parte norte, no hay”.

Entonces, esa es la razón de ir. No es para ir a suplir una necesidad física. De hecho, se hace, se ayuda, porque es una manera de entrar y de poder abrir corazones. Pero no es ese el objetivo, sino que el objetivo es llevar la Palabra en aquel lugar que está totalmente oscuro, abandonado, que no hay iglesias. No es muy poquita la presencia del evangelio.

David Puerto:

Entonces, no es un tema de necesidad, es un tema de acceso. Sí. Queremos ir y enviar y acompañar donde no hay acceso al evangelio. Ese es el corazón, el espíritu atrás del Proyecto Ismael.

Ileana Corzo:

Así es. Sí.

David Puerto:

Y, de todos estos años que has tenido experiencia movilizando a gente de América Latina… y quizás nos cuentas un poco más, ¿quiénes han ido? ¿Solo jovencitos? ¿Gente mayor? ¿Personas de una sola iglesia, una sola denominación o personas de una variedad de denominaciones?

Cuéntanos un poquito de eso, pero también, ¿qué ha sido lo más difícil en todos estos años tratando de levantar obreros de corto, mediano o largo plazo para ir a Ghana?

Ileana Corzo:

Bueno, han ido de todas las edades, desde pequeñitos hasta adolescentes. Niñitos aún. Pero adolescentes, personas mayores.

El año pasado se fue con nosotros alguien con discapacidad visual, y ella de verdad se desarrolló, se desempeñó, pero mejor que otros.

Entonces, han ido de diferentes denominaciones y también de otros países. De Centroamérica han ido de Honduras, de El Salvador… pero solo Nicaragua nos hace falta. Entonces, pero de ahí, de todos los otros países han ido de Estados Unidos también. Y han llegado de diferentes lugares.

Y nos ha pasado que dentro de los mayores problemas que hemos encontrado es uno: tener iglesias que realmente tengan esa conciencia. Porque la mayoría de personas tienen ese amor por las misiones, de salir al campo misionero, pero llegan a su iglesia y se encuentran con una pared que no les permite, porque la iglesia quiere solo evangelizar el área, no el país, y no quiere salir. No hay esa conciencia de que hay tribus no alcanzadas en otros lugares, sino que solo se quiere para dentro.

Y entonces, yo conocí a un pastor que decía —con esos dos pueblos de Guatemala—: “Miren, muchos son solo Jalapa, Jalapa… y nada de Zacapa”. Y así es, que no se quiere llevar hacia el exterior.

Y esa es una de las barreras que nos hemos encontrado: esa pared en donde muchos tienen que irse por su cuenta.

Mira, jóvenes que hemos visto, que a mí me admiran porque haciendo rifas, haciendo ventas… y son presupuestos altos, porque no es un presupuesto bajo. Solo un boleto hasta Ghana aproximadamente sale unos $1,600 dólares.

Y para que uno, a través de hacer ventas de sándwiches, de pasteles, logre reunir ese dinero, es porque la mano de Dios está ahí atrás.

Entonces, esos han sido de los obstáculos. La falta de conciencia de la iglesia para poder enviar a esos misioneros, para poder apoyar a quien tiene esa visión.

David Puerto:

Y en cuanto a la experiencia en el campo misionero, ¿cuáles has visto que han sido los desafíos mayores que tienen los latinoamericanos para integrarse, para conocer la cultura?

Sabemos que es otro idioma también. Cuéntanos un poco más de eso. ¿Qué idioma hablan?

Pero, ¿cuáles son algunas dificultades que han tenido los obreros latinos con los que tú has trabajado para integrarse ahí?

Y otro tema que va de la mano también es lo que mencionábamos antes: que hay brujería, espiritismo. ¿Cómo han abordado estos temas desde nosotros, la iglesia en América Latina en el campo misionero?

Ileana Corzo:

Bueno, pues como decías tú, una de las barreras principales es el idioma. En Ghana el idioma oficial es el inglés.

Y entonces, cuando empezamos a trabajar en, por ejemplo, misiones de corto plazo, se empieza a hablar de poderse inscribir en un curso, que lleguen con un porcentaje de inglés para no tener una barrera con ellos.

Y también se empieza a practicar un poco del vocabulario que ellos tienen en el idioma nanumba… Dagbani, perdón. Y entonces, porque allá la gente se saluda mucho, entonces que aprendan cómo saludar, cómo… si estamos en jornadas médicas, por ejemplo, “¿Qué tiene?”, “¿Qué dolor tiene?”

Entonces, hay un vocabulario también del lugar, y porque uno a veces quiere decir mucho y no puede debido a las barreras del idioma.

Por los años que tenemos, ya algunos han ido aprendiendo un poco del español, y entonces ya eso es una bendición, porque directamente no tiene que ir del español al inglés y del inglés al Dagbani, sino que ya va directo la plática.

Pero sí, es una de las principales barreras que nos encontramos.

Y lo otro es lo que hablábamos inicialmente: que hay personas que quieren llevar un evangelio como el que tenemos acá.

Por ejemplo, se quiere que inmediatamente las personas se conviertan, pero el tipo de evangelismo allá es diferente. Aquí venimos, hacemos una campaña evangelística, presentamos la película Jesús o cualquier otra película o cualquier forma de evangelismo, y las personas se convierten.

Allá puede ser que la persona se convierta en el momento, pero de ahí… ¿dónde están? ¿Quién sabe?

La forma de evangelismo allá es ir discipulando, discipulando, discipulando primero, presentándoles desde el Antiguo Testamento hasta llegar a Jesús. Y entonces, en el camino se van despejando dudas. Y ya cuando llega el momento, ya se les presenta a Jesús.

Entonces, si viene cualquier tipo de persecución, ellos ya tienen las bases y el cimiento para poder defenderse.

Allá, en Ghana, no hay una persecución como de cerrarle las puertas o de que no los quieren, sino es la burla. Una persona se convierte, le empiezan a decir “pastor”, si van para la iglesia todos van a burlarse de ellos, y a ellos no les gusta que se burlen.

Y eso hace que ya no quieran ir a la iglesia, o que estén como cristianos así en su casa.

Entonces, sí son parte de las barreras que tenemos.

David Puerto:

Y en cuanto al tema de la lucha espiritual, yo creo que es una mezcla. La lucha espiritual que tenemos nosotros mismos en nuestros contextos, para poder enviar.

Sabemos, y lo vemos a lo largo del Nuevo Testamento, que cuando Pablo llegaba a un lugar había oposición. Había oposición no solo de las autoridades, de la gente; había oposición espiritual. Y vemos que esto es muy común en la obra misionera.

¿Cuál ha sido su experiencia en el campo con el tema de la lucha espiritual?

Ileana Corzo:

Bueno, por ejemplo, así a primera vista uno no ve que hubiera una lucha porque no hay un rechazo, no nos cierran las puertas.

Nosotros entramos a hablar con el jefe de la tribu cada vez que llegamos, le pedimos permiso para hablar y para estar, y de verdad se ven muy amigables.

Pero el ambiente espiritual puede percibirse, se puede sentir, la presencia espiritual que no permite el avance, que no permite que la gente reciba al Señor de una manera fácil.

Cuando algunos están ya avanzando en ese discipulado que les digo, y de repente se desaparecen porque los papás les dicen que ya no vayan, o el esposo le dice que ya no vayan, pero hay una lucha espiritual fuerte.

Tal vez no es una lucha física que uno la pueda ver, pero pasa que a veces vienen enfermedades o vienen… mire, un ejemplo que tenemos es con el problema del envío de recursos.

Se bloquean las tarjetas, los diferentes medios de envío de dinero. Una serie de cosas. Entonces, todo eso nos detiene. Entonces, hay mucho, le llamamos nosotros “ataque espiritual”, para esto.

Y hemos tenido casos muy especiales. En una de las oportunidades, había una pareja —ellos eran argentinos— y estaban estudiando en un instituto acá en Guatemala y se fueron para allá con nosotros.

Estábamos en la mañana, nos reunimos, empezamos a platicar e íbamos a orar porque era día de evangelismo. Y uno de ellos nos dice: “Miren, anoche nos pasó una cosa tremenda. Estábamos en la…” —ellos eran esposos— “Estábamos en la habitación cuando de repente vimos que había dos personas paradas así, así todas de negro. Parecerá cuento de terror, pero eso pasó”.

Entonces, ellos vieron que les tenían extendidas sus manos y empezaron a orar, y todo se desvaneció.

Al día siguiente, cuando ya nos venimos a orar, ellos nos lo compartieron y oramos, y salimos a evangelizar ese día.

Cuando íbamos caminando en la aldea, una señora mayor nos llamó y nos dijo: “Miren, hay una niña que tiene como tres años de no hablar. Ella le dio un ataque epiléptico, y ya no pudo hablar después de eso”.

Y entonces, precisamente, yo le dije a uno de ellos: “Mira, por favor, ora por la niña”. Y empezamos. Y él me dijo: “¿En español? Porque yo no hablo inglés ni nada”.

“En español” —le dije— “el Señor oye todos los idiomas.” Y empezamos a orar, y la niña empezó a hablar. Pero fue especial, porque ella empezó a decir: “Sana, sana”, en español.

Y entonces, a raíz de eso, nos hicieron una cola de personas para orar. Llevaban enfermos y todo.

Y como es una cultura de temor, una cosmovisión de temor, entonces se tiene que llevar un evangelio de poder.

Entonces, ellos esperan ver milagros, esperan ver sanidades, porque como ellos lo viven ahí con las personas que tienen brujería y todo… así como tienen imanes en las mezquitas, tienen también brujos.

Entonces, supuestamente, ellos hacen actos así que los ayudan. Y llevar un evangelio que te hable de la culpa, del perdón, o así, no tiene efecto allá, sino que tiene que ser un efecto de poder, como en los evangelios, donde se muestra todo lo que Jesús realizó en estos lugares. Eso a ellos sí los impresiona.

Y pasó eso, de que este niño… y nos pasó recientemente, el año pasado. Llegó una persona con su cachetito así, grande. Y como teníamos una jornada odontológica, pasó con los dentistas y ellos le dijeron: “Esto no es de odontología. Lo vamos a mandar al hospital”. Y lo mandamos.

Y nos dijeron que era un cáncer y que ya eso no tenía ninguna curación porque ya estaba muy avanzado, y era joven.

Pero este año, el año pasado, oramos mucho por él, estuvimos pidiéndole al Señor su sanidad, llevando ese evangelio de poder.

Y en el mes de febrero —ahorita hay unas misioneras allá de tiempo completo—, siguieron orando por él y lo encontraron un día completamente sano.

Y entonces él les dijo: “Mire, les vengo a testificar que ya no tengo nada. Totalmente sano, ya no tenía el cáncer”.

Y eso ha hecho que sea una apertura para la predicación de la Palabra en ese lugar.

Entonces, aunque hay oposición espiritual, el Señor también nos da los medios para poder llevar un evangelio a ese lugar.

David Puerto:

Bien, y ya nos has contado varias historias, pero, ¿cómo invitarías a la iglesia latinoamericana —a jóvenes, hombres, mujeres, familias de todas las edades— para que puedan participar en la misión que Dios está haciendo en todas las naciones?

Ileana Corzo:

Bueno, pues yo les diría que tomemos esa conciencia, de que hay muchas tribus aún no alcanzadas en donde nosotros podemos llevar todo eso que hemos recibido.

Porque yo siempre digo esto: si nos pudiéramos ver espiritualmente cómo estamos, estaríamos así completamente gorditos de tanta palabra que estamos recibiendo, recibiendo… pero que no la sacamos al exterior.

Entonces, hay mucho potencial que podemos ir a las naciones a llevar la Palabra. Muchos piensan en peligro, muchos piensan en su edad, pero yo les digo: la primera vez que yo llegué a Ghana tenía 50 años, y de verdad, no hay edad para eso.

Algunos dicen: “A los 50 años uno ya se jubila, se tiene que quedar en su casa”. Pero no. Si tenemos ese llamado de parte del Señor, podemos ir. Sean jóvenes, sean adolescentes, adultos… todos tenemos ese llamado.

Porque hay algunos que dicen: “Es que yo no tengo ese llamado”. Pero el Señor nos ha llamado a todos al ministerio de la reconciliación, y es de llevar el evangelio a aquellos que no han sido alcanzados, que no han recibido esa Palabra, y que principalmente… y principalmente a esos lugares donde nunca ha llegado nadie.

Solo para contarte: cuando llegamos la primera vez a una de las aldeas donde trabajamos, nos dice el jefe de la tribu —siendo musulmán—: “¿Van a fundar alguna iglesia aquí?”

No sabía qué decirle, porque después de tanto que escuela bíblica por aquí, por allá, a uno le dicen: “No hables tan rápidamente”.

Entonces, yo le dije… ya ni iba a responderle, cuando él nos dijo: “Miren, les doy permiso para fundar una iglesia aquí, porque si no hay una iglesia en este lugar es porque nadie ha venido a ponerla”.

Viniendo de un musulmán, de verdad que a nosotros hasta se nos salieron las lágrimas de ver el poder de Dios en eso.

Entonces, de verdad les digo: vamos, porque el Señor Jesús… ese fue su mandato que nos dejó, sea que venga ya o se tarde en venir, pero nuestra labor es ir y llevar el evangelio a donde no hay.

David Puerto:

“Vengan aquí, aquí no hay iglesia porque nadie ha venido a plantar una.” Qué impresionante. Y eso trae a mi mente las palabras de Pablo en Romanos 10.

Que él está animando a la iglesia en Roma y él dice: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?”

Por eso termina diciendo: “Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien”. O dicho de otra manera: cuán oportunos son los pies de los que anuncian el bien.

Así que, hermana Chiqui, muchísimas gracias por estar con nosotros. Realmente me ha animado esta conversación para seguir adelante con el trabajo. Como tú decías antes, no es un problema de necesidad, es un problema de acceso.

Y lo que anhelamos es ver a Dios siendo glorificado por personas de todo pueblo, lengua, tribu y nación.

Ileana Corzo:

Amén.

David Puerto:

Si te interesa más obtener información acerca del ministerio Ismael, lo que están haciendo la hermana Chiqui y otras personas de América Latina en el norte de Ghana, vamos a dejar la información en la descripción de este video para que tú te puedas comunicar directamente con ellos.

Y para nosotros ha sido un gusto estar contigo conversando acerca de la misión de Dios en África. Y por eso nuestra vestimenta hoy especial.

Y esperamos que este episodio haya sido de edificación y bendición para tu vida, para tu iglesia también.

Nos vemos en una próxima entrega. Que el Señor te bendiga.