Cómo servir en misiones a cualquier edad, ft. Blanquita

Una enfermera jubilada que viaja a Ghana cada año para servir con amor. Su historia demuestra que nunca es tarde para unirse a la misión de Dios.

VIDEO:

PODCAST:

Transcripción:

David Puerto:

Qué alegría estar otra vez juntos en este espacio donde nos reunimos con amigos en una mesa para conversar acerca de la misión de Dios. La misión de Dios, tanto en América Latina como en todas las naciones. Y en esta entrega de este podcast tenemos una invitada muy especial. Ella es guatemalteca. Bueno, no me adelantaré, ya se presentará, pero hermana Blanquita, qué gusto que estés con nosotros en este espacio.

Blanquita:

Saludes a todo el equipo. Muchas gracias por esta invitación. Ha sido de veras un gusto participar en ella. Y creo que podemos contestar algunas preguntas.

David Puerto:

Sí, claro, por supuesto. Y antes de entrar directamente al tema del que vamos a hablar, cuéntanos un poco de tu vida y siempre queremos que nuestros invitados se presenten para que los conozcamos, que conectemos. Quién eres, cómo llegaste a conocer al Señor…

Blanquita:

Bueno, yo soy una mujer enfermera, que tuve varios estudios, porque la verdad que era multiusos.

David Puerto:

Ah, sí.

Blanquita:

Estudié administración de empresas, estudié enfermería y luego me dediqué a lo que es la enfermería en total, pero también trabajé treinta y cinco años en una empresa farmacéutica, donde ahí conocí más lo que es el origen de los medicamentos.

Y siempre aliado con lo que son las buenas prácticas de manufactura, con la salud. Entonces, fue una experiencia muy bonita de treinta y cinco años.

David Puerto:

Treinta y cinco años.

Blanquita:

Soy una mujer que se convirtió al Señor en el año 1996. Luego, en el 2007, enviudé. Entonces, en ese tiempo, ya me dediqué totalmente a las cosas del Señor. Y este ha sido mi caminar desde el año 2007. Pero lo importante de esto es que a mí siempre me ha gustado servir y esta fue la oportunidad para servirle al Señor. En una oportunidad, escuché una charla de nuestra directora de proyecto, y entonces le dije al Señor: “Señor, ¿tú crees que yo no podría servirte? ¿Me permitirías hacerlo?”

Y la verdad es que desde ahí nació el deseo de servirle al Señor en este proyecto y en esta nación, porque ya con esta es la quinta vez que voy a servirle al Señor.

David Puerto:

Muy bien. Y yo creo que ahí entramos ya a la parte donde nos contarás de este proyecto. Para los que no han visto la entrevista con la hermana Iliana Corzo, la hermana “Chiqui”, es una hermana guatemalteca. Les invitamos para que pongan en pausa este y después lo continúen viendo. Pero la hermana “Chiqui”, en unas entregas anteriores, nos contó acerca del proyecto Ismael y del trabajo que hacen en Ghana, en África. Y hermana Blanquita, tú participas en este proyecto, ¿y desde cuándo comenzaste a ir a Ghana?

Blanquita:

Comencé hace cinco años, en el 2019. De ahí para acá hubo un año que no pude participar, pero hasta ahorita ya van cinco.

David Puerto:

Cinco años.

Blanquita:

Y la verdad es que han sido cinco años de servirle al Señor. Han sido de mucha experiencia. Y como digo yo, si el Señor es dueño del oro y la plata, y a Él lo único que le agrada de veras es el servicio. Y eso es lo que hay en mi corazón, poderle servir al Señor hasta que Él me lo permita.

David Puerto:

Un profundo deseo de servir al Señor.

Blanquita:

Y seguir sirviéndole.

David Puerto:

Muy bien. ¿Y por qué comenzaste a ir a África? Nos dijiste que la hermana “Chiqui”, que es la directora del proyecto Ismael, dio una charla, pero ¿cuáles fueron las razones atrás? Ya nos hablas de tu disposición de servir, pero, ¿nos puedes contar un poquito más? ¿Qué te llevó a ir a África? Es un lugar lejano, desconocido, idioma diferente, tantas cosas que cambian. Pero ¿por qué? ¿Por qué África?

Blanquita:

Me interesó cuando fui a escuchar esa plática. Y más que todo, yo dije: “Si el Señor… yo puedo poner mis talentos, mis habilidades, soy enfermera, yo creo que este es un campo bueno para poder ir a servir”.

Entonces, ahí nació mi deseo de ir a Ghana. Y ya estando en Ghana, definitivamente, al ver la necesidad, no he querido a veces ni regresar, porque digo yo: “Ay, es que necesitan apoyo”.

David Puerto:

Entonces, tú has ido como parte de equipos de corto plazo que van cada año, y ha sido estos últimos cinco años, nos decías. ¿Y tu labor principal, cuál ha sido en los equipos de corto plazo?

Blanquita:

Mi labor principal es organizar las jornadas médicas. En este trayecto preparamos las jornadas médicas, pero también, regularmente, van otros profesionales u otros que saben enfermería, que tienen conocimiento de primeros auxilios. Estas personas, como ya hago un estudio de qué es la profesión de cada uno, lo que hacemos es aprovechar esas habilidades para poder hacer unas buenas jornadas médicas.

David Puerto:

¿Y cuáles son las principales necesidades que has visto en el campo, específicamente enfocadas en temas de salud? ¿Hay alguna enfermedad particular o una serie de enfermedades? ¿Qué es lo que has visto al llegar ahí en necesidades tangibles, palpables?

Blanquita:

En la experiencia que hemos adquirido es que hay mucha epilepsia, mucha diabetes, mucha desnutrición, definitivamente por la falta de recursos económicos. No tienen los recursos como para, si alguien se enferma, decir: “Voy a la capital”. Sino ven cómo se curan ellos mismos. También hay muchas personas con presión alta, problemas de ceguera y de visión.

Entonces, ahora que ya sabemos cuáles son las necesidades, nos enfocamos en cada tema donde podemos servir. Y gracias al Señor, siempre ha habido alguien que llega: odontólogos, nutricionistas, psicólogos. Así se arma un buen equipo y podemos hacer un buen servicio. Además, esto también permite tener más acercamiento con las personas, conocer sus necesidades y poder aliviar, porque no es que nosotros realmente vayamos a resolverlo todo en el tiempo que vamos, pero al menos lo hemos empezado.

David Puerto:

Sí, claro, claro. También he escuchado del Proyecto Ismael que tienen obreros a largo plazo y ellos continúan con el trabajo del día a día, del discipulado y todo eso. Entonces, realmente ustedes como equipos de corto plazo van y proveen estas oportunidades y espacios para ministrar las necesidades de la gente, predicarles el evangelio y luego hay otros que les dan seguimiento y continuidad al trabajo.

Blanquita:

Regularmente, cuando hay personas así que se van a quedar por largo plazo, las involucramos en el área. Entonces, ellas empiezan a aprender cómo tomar presión, cómo curar una herida, cómo aliviar un dolor de estómago, una intoxicación, un resfriado. Entonces, ellas atienden esas necesidades así como primeros auxilios.

Incluso a veces una llamada: “Blanquita, fíjate que tengo tal y tal problema, ¿tú me puedes decir qué le puedo dar?”

David Puerto:

¿Tú estando en Guatemala y te llaman del campo misionero preguntándote?

Blanquita:

Sí, ajá, qué les podemos dar o qué pueden ir a comprar para sanar o aliviar el dolor de la población.

David Puerto:

Me asombra cómo el Señor te ha capacitado también, no solo con estudios, con experiencia profesional también. Conoces de asuntos de salud, medicamentos y toda esa experiencia ahora no solo te ha sido útil para servir a personas que no han escuchado el evangelio, nunca han escuchado el mensaje de Salvador, del Señor Jesús, pero al mismo tiempo entrenar a otros, capacitar a otros, asesorar a otros en ese trabajo.

Blanquita:

La verdad que esto ha sido una bendición porque, a través de las necesidades de las personas, a que ellas llegan a hablar, que tienen tal problema de salud, ahí también nosotros aprovechamos para evangelizarlos, porque ahí les decimos: “Recuerden que no somos nosotros los que vamos a curar, no es el medicamento. Hay alguien que es el sanador y es el Señor Jesús”. Y entonces, cuando ellas pasan a la clínica, antes se ora por ellos y se les hace ver que hay un sanador y que entonces van a ser sanos.

Y eso nos ha dado satisfacción, porque hay personas que dicen: “Fíjate que la medicina que me diste el año pasado me sanó”. Y digo yo: “Ahí de veras que solo es el poder del Espíritu Santo y el Señor con nosotros”, porque nosotros no somos los sanadores. Es Jesús el sanador. Entonces, esa es la forma de evangelizarlos también.

David Puerto:

Claro, proveer oportunidades para atender sus necesidades prácticas, físicas y también llegar a sus corazones. Blanquita, siempre dicen: “No, no preguntes la edad”. Nunca preguntes la edad. Si no te sientes cómodo diciendo tu edad, está bien, pero… estás jubilada. Has trabajado ya por mucho tiempo en el área de la salud y trabajaste en empresas, compañías que tienen conexión con eso también. Y después de tanto tiempo de tu experiencia laboral y profesional, decides servir en el campo misionero en África. ¿Por qué has decidido servir en África a tu edad?

Blanquita:

Bueno, primero quiero contarles que 75 años y mi edad no ha sido un obstáculo para poder servir al Señor. Así que…

David Puerto:

Gracias por decirnos tu edad. No me gusta preguntarla porque uno no sabe… Dice: “No, no preguntes la edad”. Pero yo creo que es muy valioso, Blanquita, que te escuchemos, que te escuchemos y que escuchemos que a los setenta años comenzaste a hacer estos viajes a África, a Ghana, a un contexto donde hay muy poco acceso al Evangelio. ¿Qué le dirías a personas que dicen: “Yo estoy muy mayor”? Y no sé si has escuchado eso. Yo lo he escuchado varias veces. “No, no, no, eso es para los jóvenes. Yo estoy muy mayor para hacer eso”.

Blanquita:

Bueno, yo lo que les diría era que no hay edad para servir al Señor. Solamente tiene que haber un corazón dispuesto. Con mucho amor, con corazón abierto y poder entregar ese amor a toda esa gente que necesita, que a través de una aspirina tú le puedes llevar y sacar una sonrisa, que es lo más importante, cuando dice gracias.

Te voy a contar algo especial. Nosotros, en todo lo que hacemos vamos reuniendo en el año algunos centavitos ahí, y compramos anteojos porque hay mucha necesidad por el problema del polvo de Sahara. Ellos tienen problemas con muchas cataratas, algunos cieguitos.

David Puerto:

Entonces, como es un país que parte del país está en el desierto del Sahara y ese polvo con mucha arena llega y entra en los ojos y eso causa muchas afecciones de la vista.

Blanquita:

Mucha ceguera, hay muchos problemas en la vista. Entonces nosotros aquí compramos anteojitos, como dicen, no es por hacerle.

David Puerto:

Publicidad a nadie.

Blanquita:

Publicidad a alguien. Pero vamos a comprar anteojitos ahí y hay quienes tienen problemas para leer. Les ponemos sus anteojitos y ellos hasta pegan un brinco. “¡Veo, veo! Leo mejor”. Y qué satisfacción que una cosa tan mínima que cuesta ocho quetzales, tú puedas llevarle una sonrisa, una mejor vida.

Y también los que necesitan ver desde lejos, que tienen problemas también, que todo les molesta, la luz, el mismo polvo. Entonces algunos anteojitos ahí, oscuros, y ellos se quedan satisfechos. Entonces cosas tan mínimas, pero podemos llevar una alegría a las personas a esos lugares.

David Puerto:

Sí, claro. Y yo creo que es muy importante lo que dices, que al final Dios quiere usar lo que Él nos ha dado a nosotros. Las herramientas que Él ha puesto en nuestras manos, nuestra preparación profesional o técnica, o tal vez un oficio que aprendimos con nuestros padres o con un vecino, algún deporte. Y muchas veces nosotros, como que encajonamos las misiones. Son de personas que han venido a nuestros países, son personas rubias, con ojos claros, con piel clarita y ya en nuestros países esos son los misioneros, esos son los que hacen misiones. Y llegan con un montón de recursos, dinero y tiempo para servir a los demás. ¿Qué dirías de ese pensamiento?

Blanquita:

Que no es necesario tener los recursos así abundantes, sino, como te decía, tener un corazón lleno de amor para poderlo brindar, porque ellos eso es lo que necesitan. Allí el amor hace falta. Pero, ¿por qué? Por la misma cultura que no han aprendido a dar un abrazo. Y a veces con un abrazo es más que suficiente para que la gente dé una sonrisa.

Entonces, yo creo que la labor que se ha hecho en el proyecto ha sido de gran bendición para estas aldeas.

David Puerto:

Y una, una pregunta, Blanquita, que tiene que ver con la parte práctica de hacer estos viajes. ¿Cómo lo financias tú? ¿Cómo has visto que otros latinoamericanos financian sus viajes?

Blanquita:

La mayoría de jóvenes lo que hacen es que algunos visitan algunas iglesias, esperando encontrar un apoyo económico. Otros por sus propios medios. Tenemos el ejemplo de varias personas de Chimaltenango que ellos hacían sándwiches, ellos se fueron a vender pan hacia los pueblos, hacían pasteles.

David Puerto:

Entre paréntesis, para los que nos ven fuera de Guatemala, Chimaltenango es…

Blanquita:

Un departamento.

David Puerto:

Un departamento que queda algo retirado de la capital. Pero tiene áreas rurales también, tiene pueblos, ciudades grandes, pero desde ahí han ido jóvenes también a Ghana.

Blanquita:

Ha sido una bendición que muchos jóvenes de diferentes departamentos de Guatemala han participado en ir a las misiones. Muchos de San Marcos, Chimaltenango es otro… Pero…

David Puerto:

Y no necesariamente cuentan con todos los recursos y las facilidades. Tienen que hacer actividades y levantar finanzas, visitar iglesias, hablar con familias. Y tú de manera personal, ¿cómo ha sido durante…?

Blanquita:

Bueno, primero por la gracia del Señor y parte de mi jubilación, que yo dije un día: “Esto lo voy a guardar”. ¿Y sabes qué pensé? “Esto va a ser… seguro que va a ser para uno de mis hijos, para hacer ahí, guardadito”. Pero cuando llegó la invitación, dije: “No, esto no”. Entonces yo tengo que sembrar para cosechar, para cuando un día tenga que llegar al cielo y decir: “Lo invirtió todo”. Con mi jubilación. Sí. Y algunas rifas que hacemos o traemos algunos objetos de Ghana y cuando vamos invitadas a una iglesia, pues aprovechamos ahí a poner la mesita de productos de Ghana. También se van haciendo algunos centavitos.

David Puerto:

Claro, claro. Pues yo creo que la participación en la misión también necesita creatividad. Escuché hace unos días un pastor que estaba enseñando, predicando y él decía: “La salvación es gratis, pero el llevar la salvación no es gratis”. La invitación para que las personas escuchen, conozcan del Señor Jesucristo, es abierta para todos y es una invitación que hace un seguidor de Cristo, para que personas que han escuchado o nunca han escuchado el mensaje del Evangelio puedan entenderlo, arrepentirse de sus pecados como dicen las Escrituras, y poner su fe y su confianza en el Señor Jesucristo. Ese mensaje ya Cristo pagó el precio. Pero el llevar ese mensaje o, dicho de otra manera, la logística de ese mensaje, representa costos administrativos, de transporte, de seguros, de hospedaje, alimentación y toda una serie de cosas que ustedes hacen en el Proyecto Ismael para que latinoamericanos puedan participar de la misión. Así que, me admira mucho, Blanquita, la sencillez con la que nos dices: “De mi jubilación estoy usando para poder participar en la misión”. ¿Qué le dirías a personas mayores que piensan que Dios no las puede usar en el campo misionero?

Blanquita:

Primero lo que sí, es que no hay edad para servirle al Señor. Luego, que no necesariamente tienes que ser un profesional, porque hay diferentes áreas. Puedes ir a evangelizar, hasta a compartir con los niños, puedes apoyarnos en lo que es el área médica. Hay mucho campo en que servir, no necesariamente tienes que ser un ingeniero, un médico. No, solo la disposición de un buen corazón para el servicio. Porque yo siempre he dicho: “Sí, el Señor es dueño del oro y la plata. A él lo único que le gusta es que le sirvamos y con eso lo agradamos”.

David Puerto:

Sí, sí.

David Puerto:

Me trae a la memoria este pasaje de Pablo en Romanos, capítulo cinco. Porque Pablo está hablando ahí de la salvación, del problema que tienen tanto los judíos como los gentiles, de que estamos separados de Dios a causa del pecado. Y capítulo tres dice: “Esta es la solución”. Todos han pecado, están destituidos de la gloria del Señor, pero todos somos justificados gratuitamente por la fe en el Señor Jesucristo. Y llega al capítulo cinco y dice: “Habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Y más adelante dice que “Dios demuestra su amor para con nosotros, en que aun siendo pecadores, Cristo murió por nosotros”. Y yo creo que este mensaje de la compasión no tiene restricción de edad. No hay una edad donde dice: “Solo en esta edad tú puedes compartir la fe”. Cerca y lejos.

Entonces, ¿qué le dirías a la Iglesia latinoamericana para participar, para unirse a la misión de Dios, independientemente de su edad, de los recursos con los que cuente, de cómo luce su iglesia local también?

Blanquita:

Yo creo que lo importante en esta pregunta es que todas las iglesias debieran fomentar lo que son las misiones, para ya teniendo el conocimiento de qué es una misión, preparar jóvenes tanto en su formación, educación, como financieramente. Y si una iglesia tiene ya toda esa información y empieza a formar, yo creo que eso también va a hacer que jóvenes, adultos digan: “A mí me gustaría ir ahí”. ¿Necesita algo especial? No, solo la disposición. Pero sí tenemos problemas con eso, que son pocas las iglesias que tienen ese llamado. Y puedo decir que hay iglesias grandes, pequeñas y a veces hasta las pequeñas son las que más apoyan a las misiones.

David Puerto:

Y envían también.

Blanquita:

Y envían, sí.

David Puerto:

Y procuran que sus propias ovejas y miembros participen de estos procesos.

Blanquita:

Sí, hemos tenido casos así, que su iglesia los apoya para estar un año, dos años en Ghana o en otro país.

David Puerto:

Sí.

Blanquita:

Pero eso está muy minimizado.

David Puerto:

Entonces, tú dirías: comencemos desde la iglesia local, fomentemos una visión, compartamos el mensaje de la misión de Dios en todas las naciones y seguramente Dios va a levantar obreros para la cosecha.

Blanquita:

Así, así se cumple entonces lo que dice la palabra en Mateo 28:19: Id y haced discípulos a todas las naciones.

Blanquita:

Es un compromiso que tenemos con el Señor.

David Puerto:

Es una tarea y-

Blanquita:

No lo podemos obviar.

David Puerto:

Ajá. Y es un mandato, pero al mismo tiempo acompañado de promesa. Y Jesús dice: “Yo estaré con ustedes”. Y no, no hay restricción en eso. Mientras participamos de la misión, Jesús está con nosotros.

Blanquita:

Entonces, él va a respaldar todo, todo. Él lo sostiene a uno en esos lugares donde uno dice: “¿Cómo es posible que yo estuve aquí? ¿Cómo he aguantado un mes? ¿Cómo he estado aquí?” Solo el Señor, que lo guarda a uno, lo sostiene.

Y a veces, como decíamos, desayunamos, pero vamos a cenar hasta las ocho de la noche. Pero el Señor lo mantiene a uno ahí con nuevas energías cada día.

David Puerto:

Y en medio de un clima diferente, idioma diferente, comida diferente, personas también, contexto diferente.

Blanquita:

Eso es algo bien-bien bonito, porque, digamos, yo inglés no un 100%, pero sí algo. Y que los jóvenes que ya se han ido formando en el proyecto, como hablan inglés, son nuestros traductores. Entonces, eso nos ha servido mucho como una herramienta para poder llegar también a las personas y saber cuál es realmente la necesidad de cada uno.

David Puerto:

Y ellos traducen del inglés al idioma local.

Blanquita:

Sí.

Blanquita:

Y de ahí no lo traducen a nosotros sin inglés.

David Puerto:

Yo creo que todas esas dinámicas requieren cierta preparación también. Y yo sé que el Proyecto Ismael capacita a las personas que van y eso es muy importante. Es vital, porque claro, estamos yendo a lugares que no conocemos, de los cuales no tenemos información, no tenemos experiencia. Y si quieren saber cómo ir a estos lugares y especialmente con el Proyecto Ismael, dejaremos en la descripción de este video más información acerca del proyecto, cómo pueden contactar a las personas que están dirigiendo e impulsando esta iniciativa. Pero el anhelo es que juntos, como iglesia latinoamericana, podamos ser parte de lo que Dios está haciendo en todas las naciones.

Así que, hermana Blanquita, un mensaje final de cierre para nuestra audiencia, de cualquier edad, de muchas iglesias en América Latina, para terminar nuestro tiempo conversando.

Blanquita:

Quiero invitar a todas las personas, como decíamos, no importa la edad ni la profesión, que tengan ese anhelo de poder servirle al Señor. Y sabemos que el respaldo del Señor siempre va a estar con nosotros, tanto físico como económico y más que todo espiritual. Entonces, los invito a que, no hay edad ni profesión para poder dedicar el tiempo al Señor. 

David Puerto:

Hermana Blanquita, realmente eres un ejemplo para mí y esperamos que esta conversación sea de bendición para otras personas, que siguen este podcast a lo largo de América Latina y que el Señor te siga usando en la tarea que él ha dejado en tus manos, que él bendiga tu viaje con su favor este año y los próximos que él te dé. Así que gracias por marcarnos el camino.

Blanquita:

Muchísimas gracias. Estamos ahí sí que con la información y la invitación para todo el que quiera participar. El proyecto Ismael está con las puertas abiertas, esperándolos con anhelo para que nos acompañen este u otros años más.

David Puerto:

Muchísimas gracias. Y a todos, amados hermanos, hermanas, que el Señor les bendiga y con su favor y su gracia, nos vemos en una próxima entrega.