VIDEO:
PODCAST:
Transcripción:
David Puerto:
Hola nuevamente y bienvenidos a otro episodio más de este podcast de TEAM Misiones. Este es un espacio donde nos reunimos con amigos para hablar acerca de la misión de Dios.
Y ahora, bueno, estamos grabando en Colombia y tenemos a un amigo colombiano: al pastor Nico.
¿Cómo estás, Nico? Gracias por estar con nosotros.
Nicolás Osorio:
Gracias, David. El gusto es mío.
David Puerto:
Y gracias por recibirnos aquí en tu bello país.
Nicolás Osorio:
Bienvenidos siempre.
David Puerto:
Pues cuéntanos un poco acerca de tu vida. Cuéntanos un poco acerca de lo que haces, a qué te dedicas. ¿Estás casado?, ¿tienes hijos? Cuéntanos un poco para que te conozcamos más.
Nicolás Osorio:
Sí. Bueno, sí, estoy casado con Juanita. Dos hijos: Jacobo y Tomás. Soy pastor en una iglesia bautista, Iglesia Bautista Renacer, aquí en Bogotá.
Hace 13 años… Tenía una familia cristiana. Mis papás eran cristianos; de hecho, mi papá era pastor. Él plantó la iglesia en la que yo pastoreo ahora.
Desde muy niño involucrado en el cristianismo: iglesia, campamentos de jóvenes, todo esto.
A los 18 años empiezo a sentir un deseo por estudiar la Biblia, principalmente eso. Yo estudiaba ingeniería de sonido. Siempre dije como: “yo nunca voy a ser pastor”, pero, pero…
David Puerto:
Es peligroso decir eso.
Nicolás Osorio:
Eso es como la historia de muchos. Pastores que decían: “No voy a ser pastor.” Pero fue el deseo de entender la Biblia.
Hubo algunos predicadores específicos que me hicieron ver que ellos entendían la Escritura y la explicaban de una manera que yo nunca había visto. Una profundidad, una claridad que me apasionó, me llamó mucho la atención, y yo dije: “Yo quiero hacer eso. Eso sí me atrae”.
Entonces, la predicación me empezó a llamar mucho la atención, y el enseñar a otros. Entonces, bueno, entré a un seminario y comencé una carrera ministerial, y hace 13 años fui ordenado como pastor.
David Puerto:
Y bueno, aparte de ser pastor de Iglesia Renacer, también eres parte del equipo de entrenadores de The Charles Simeon Trust.
Cuéntanos un poquito más, porque se conectan estas dos cosas. Tanto tu aspiración al ministerio y a estudiar la Palabra, a conocer la Palabra, como ahora tu deseo de que otros puedan conocer la Palabra y explicarla, exponerla de manera adecuada.
Nicolás Osorio:
Sí, sí. Cuando conocí esta organización The Charles Simeon Trust, hizo como un clic para mí, porque siempre yo había tenido ese interés de entender y predicar la Biblia. Y yo ya venía meditando en predicación expositiva.
Principalmente, este ministerio lo que hace es entrenar pastores y predicadores en predicación expositiva. En muchas partes hacemos talleres, y es algo muy práctico y muy como empírico: el pastor leyendo, aplicando herramientas para poder entender el texto y luego exponerlo.
Entonces, cuando conocí esto —eso fue en 2015—, yo ya era pastor como desde hacía tres años. Me hizo clic, es decir, fue como: “Esto es lo que yo siempre había pensado que deberíamos hacer para enseñar predicación y para aprender predicación”.
Entonces, me conecté rápidamente con ellos, empecé a asistir a talleres, a tomar cursos, y poco a poco fui como involucrándome más. Me invitaron a ser parte del equipo, a dirigir los talleres en Suramérica y Centroamérica.
Y bueno, eso efectivamente es la otra parte de mi ministerio: entrenar predicadores, que me apasiona hacerlo.
David Puerto:
Y desde tu punto de vista, ¿cómo la predicación expositiva influye en la iglesia para que la iglesia participe en la misión de Dios?
¿De qué maneras crees que la predicación expositiva desde los púlpitos de las iglesias locales anima, involucra a la iglesia en este concepto de que la misión de Dios no solo es dentro de la iglesia, sino en todas las naciones?
Nicolás Osorio:
Sí, pues en primer lugar, la predicación expositiva es una convicción. Es la convicción fundamental de que la Palabra de Dios es inspirada, la Escritura es inspirada y es útil. Segunda de Timoteo, capítulo 3.
Si yo creo eso, pues yo no quiero predicar a mi iglesia otra cosa que no sea la Palabra de Dios, porque mis ideas, o ideas de otros, de teólogos y todo esto, nunca van a ser tan efectivas, tan importantes en la vida espiritual de la iglesia como la Palabra de Dios.
Entonces, la predicación expositiva implica esa convicción de que la dieta regular de mi iglesia debe ser la Biblia.
Ahora, si yo tengo esa convicción y me someto a la Palabra de Dios de esa manera, no hay forma en la que yo no tenga una convicción sobre las misiones. Porque la Biblia presenta claramente el corazón de Dios por las naciones y porque su evangelio se extienda.
Entonces, cuando el pastor empieza a predicar expositivamente, fácilmente se va a convencer de la necesidad y de la importancia de las misiones para la iglesia local. Y va a ser mucho más fácil también capacitar a la iglesia sobre ese tema, porque si yo estoy predicando una serie de Hechos, pues va a ser muy difícil que la iglesia no perciba que Dios quiere que vayamos. Que salgamos, que su evangelio se extienda, que nos ha dado su Espíritu para que podamos llevar el evangelio hasta lo último de la tierra.
Y así con muchos libros del Nuevo Testamento y aún del Antiguo Testamento.
Entonces, predicar expositivamente es fundamental para construir una mentalidad y una cultura misionera en la iglesia.
David Puerto:
Y pensando en eso, hace poco, pues tuvimos la experiencia de tener un viaje a un país donde hay poco acceso al evangelio, en la región del norte de África.
Ya han venido en la Iglesia Bautista Renacer hablando, desde las Escrituras, de la participación de la iglesia misma en la misión global de Dios.
Pero pensando específicamente en este viaje, ¿qué fue lo que más te impactó de la realidad que viste, que conociste, de los obreros de los cuales escuchaste, de la realidad del campo misionero?
Nicolás Osorio:
Sí, sí, esa pregunta me la hacen mucho después del viaje, y yo creo que son dos cosas principalmente: una negativa y una positiva.
La negativa es realmente caminar entre tantas personas que de verdad nunca han tenido acceso al evangelio. Es decir, que nunca han conocido a un cristiano, o que no entienden lo que dice la Biblia, lo que es el evangelio. Aquí en Colombia tú caminas en un parque y sabes que las personas, por lo menos, saben qué es la Biblia, y qué es el cristianismo. Pero allá hay una ignorancia casi total.
Entonces, sentirse en ese ambiente donde, de repente, empieza a sonar el llamado a la oración para los musulmanes y todo eso, es impactante. Es impactante darse cuenta de esa realidad que uno, en Colombia o en general en América Latina, no percibe. Esa es la parte negativa.
Ahora, la parte positiva es conocer a creyentes genuinos allá, que viven su cristianismo gracias a iglesias locales pequeñas, pero que pueden vivir su cristianismo de una forma tan genuina y tan real. Pude comprobar que la iglesia local es fundamental para el cristiano. Algo que uno ya sabe por la Palabra de Dios, pero que allá es evidente.
Hermanos que están gozosos, a pesar de que en esa sociedad es tan difícil desarrollar su cristianismo, tienen gozo porque tienen una iglesia local saludable, que los cuida, que los anima, que los sustenta espiritualmente.
Eso me impactó. Es decir, llegar allá y establecer una pequeña iglesia, así sean pocas personas, pero que se predique la Palabra, va a ser luz realmente en medio de la oscuridad.
Así que eso me trajo mucho ánimo.
David Puerto:
¿Y de qué manera esa experiencia corta fue significativa para tu ministerio pastoral?
Entonces, nos hablaste del impacto que tuvo el viaje, el conocer esta realidad tanto positiva como negativa, pero trasladándolo ya al día a día de tu ministerio pastoral, ¿de qué manera lo… tal vez no decir “cambió”, pero sí, de qué manera influenció tu ministerio de pastor?
Nicolás Osorio:
Tiene un impacto, definitivamente. Es decir, ya hay muchas cosas que puedo percibir diferentes, en términos de gratitud, por ejemplo.
Aprecio mi iglesia local más después de haber visto un contexto como ese y darme cuenta: tenemos la posibilidad de ser una iglesia pública, en donde podemos predicar la Palabra con tranquilidad a colombianos e invitarlos a venir. Y eso me lleva a evangelizar con más deseo, con más anhelo.
Y, por supuesto, estar mucho más pendiente de hermanos que tengan un deseo misionero. Hasta hace unos años puedo pensar que, para mí, las misiones estaban como al margen, como: “Yo sé que las misiones existen y son importantes, y hay que orar por los misioneros, pero nosotros no nos vamos a involucrar ahí porque tenemos nuestras propias necesidades, dificultades. Eso es para los que ya han pasado muchos años, muchos siglos en el cristianismo”.
Pero ver eso, ver latinos allá que me decían: “Nosotros predicamos el evangelio todos los días en nuestros trabajos, a pesar de las dificultades que hay”, me hace ver algo.
Y como iglesia, no podemos quedarnos simplemente esperando a que otros lo hagan. Si hay alguien aquí que tiene un deseo misionero, hay que potenciarlo y hay que apoyar eso para hacer las misiones.
David Puerto:
Y justo, justo entraste en un tema que era mi siguiente pregunta, porque sí, es un desafío, es un desafío.
Bueno, es un desafío que este grupo de líderes de iglesias locales hayan ido a estos contextos. Aún más será un desafío enviar obreros a largo plazo a estos lugares, porque hay desafíos en tu propia iglesia.
No sé en tu iglesia, pero por lo menos en la iglesia que yo asisto, hay conflictos interpersonales, hay matrimonios que necesitan consejería y hay otros esfuerzos que son parte de la misión de Dios de manera local.
Sé que tu iglesia también está involucrada en el cuidado a los vulnerables, a poblaciones vulnerables de esta ciudad, y también en otros lugares de Colombia misma hay necesidad.
Entonces, está la necesidad de predicar el evangelio en todas las naciones, pero está también la necesidad local.
Yo sé que esto no tiene una respuesta definitiva, pero durante este tiempo, ¿cómo has logrado, en tu propia reflexión y ministerio pastoral, balancear la necesidad local con la necesidad global?
Nicolás Osorio:
Sí, yo creo que todo parte de la convicción. Es decir, cuando hay convicción de lo que debemos hacer y por qué debemos hacerlo, vamos a involucrarnos.
Yo creo que un pastor, o un grupo de pastores, o una iglesia local que no se involucra en misiones, no lo hace porque tenga dificultades —porque toda iglesia tiene dificultades—, lo hace porque no tiene convicción de que debe hacerlo, y no lo hace porque no ve que en la Palabra de Dios los está llamando a hacerlo.
Entonces, las dificultades son excusas, realmente.
Si pienso en la dificultad económica aquí en América Latina para enviar misioneros, eso es claro. Y muchos van a poner el pretexto de: “es que aquí no tenemos los recursos que tienen Estados Unidos”, o algo así. Pero nuevamente, si hay una convicción profunda de: “Dios nos está llamando a esto y nos ha dado todo lo que necesitamos para hacerlo, que es su Espíritu Santo en nosotros… y él es el Dios del oro y de la plata, y de sobre todas las naciones él gobierna”, ¿por qué no vamos a poder hacerlo?
Entonces, el balance se da con la convicción. Tengo la convicción de que tengo una labor que hacer hacia los miembros de mi iglesia: de consejería, de pastorado, de predicación, de discipulado. No puedo dejar de hacer eso.
Pero tengo otra convicción, y es: tengo que pensar en cómo el evangelio se va a extender hasta lo último de la tierra. Y, así sea un pequeño aporte que nosotros podamos hacer, tenemos que involucrarnos. No podemos quedarnos simplemente indiferentes a esa realidad.
David Puerto:
Y es un desafío mantener el balance.
¿Qué otros desafíos encuentras tú para que la iglesia en Latinoamérica —y pensando específicamente en la iglesia colombiana o la Iglesia Bautista Renacer— participe en la misión global de Dios? ¿Cuáles son algunos desafíos que, como iglesias locales, tenemos que superar?
Y bueno, tal vez una segunda pregunta de eso sería: ¿cómo lo superamos?
Nicolás Osorio:
Claro.
Pues, aparte de temas financieros, por ejemplo —que efectivamente, ¿cuál es la realidad de la iglesia local saludable en Latinoamérica?—, normalmente son iglesias pequeñas, iglesias que batallan con temas de recursos.
Por ejemplo, pocas iglesias en Latinoamérica pueden pagar a sus pastores o luchan por pagar a un pastor, y si tienen pluralidad de pastores, pues les va a costar muchísimo pagar a más de uno o dos.
Y, aparte de eso, son iglesias que están todo el tiempo revisando cómo pueden ser más saludables, porque estamos en este proceso también de ser iglesias que reflejen el modelo bíblico. Entonces, todo eso es difícil.
Y aparte de eso viene otra dificultad, que creo que es más compleja aún, porque la solución sería que estas iglesias pequeñas se unan para hacer una fuerza grande.
El problema es que la unidad no es fácil de encontrar, por lo menos en Colombia. Y como todos dicen —no sé si en su país pasa lo mismo—, bueno, yo tengo la oportunidad de visitar muchos países y realmente sucede que en Latinoamérica la iglesia… no sé… los pastores son sospechosos del otro todo el tiempo.
“Ese pastor no piensa en este detalle teológico igual que yo, entonces ya no somos amigos”, y cada iglesia está tratando de hacer lo suyo propio. Y así no vamos a poder.
Entonces, la única manera es que nos unamos para poder hacer algo entre todos.
Así que necesitamos bajar la guardia, bajar los estándares de posturas teológicas que no son esenciales, ser humildes y decir: “Vamos a unirnos por amor al evangelio y al reino de Cristo”.
David Puerto:
Sí, muy profundas esas reflexiones, especialmente hablando de la unidad. Necesitamos unirnos y, por supuesto, no vamos a negociar en algunas cosas, ¿sí? Pero es un llamado a la unidad para nuestras iglesias.
Ahora, de manera local, pasemos —si estos desafíos que enfrentamos como iglesias latinoamericanas— a algo un poco más específico de manera local: ¿cómo animar a nuestras congregaciones?
Y si nos puedes contar un poco más de Renacer también: cómo animar a nuestras congregaciones a participar de la misión global de manera más activa.
Entendemos que hay desafíos: el aspecto financiero, el enviar a un misionero, cómo se hace. Si alguien, alguien de nuestra iglesia en Guatemala dice: “Mira, yo tengo un gran deseo, un enorme deseo por participar de la obra del Señor en Marruecos, o en Medio Oriente, o en el este de Asia”, ¿cómo lo hacemos?
No sé, son pequeños pasos que podemos comenzar a dar. Pero ¿qué recomendación darías para comenzar con pasos pequeños en nuestras iglesias?
Nicolás Osorio:
Sí. Tal vez lo primero sería predicar, justamente. Predicar intencionalmente con este objetivo.
No estoy diciendo necesariamente volver todo un tema de misiones, pero sí predicar la Palabra dándonos cuenta y fijándonos en los detalles misioneros que hay, por ejemplo, en el Nuevo Testamento. Cuando uno no tiene en mente las misiones, uno no lo ve. Pero si uno tiene en mente las misiones, uno se da cuenta de todos: hay muchísimos detalles que abordan las misiones en el Nuevo Testamento.
Entonces, si yo estoy predicando Romanos, voy a terminar predicando sobre misiones de alguna manera. Si estoy predicando Filipenses, voy a terminar predicando sobre misiones de alguna manera. Por supuesto, Hechos… incluso los mismos evangelios. De manera que el pastor que quiere animar a su iglesia a hacerlo, pues empiece predicando.
Y después hay pasos prácticos que dar, como estadísticas, por ejemplo. La gente no tiene ni idea de cuántos cristianos hay en países como en el norte de África o en países musulmanes en donde no hay acceso al evangelio. No tienen ni idea, no se imaginan los datos, no se imaginan los números.
Entonces, empezar a lanzar estadísticas, datos, realidades, ver videos, aprovechar páginas que nos muestran esas realidades, es muy útil para empezar a despertar esa curiosidad y esa conciencia en la mente de los miembros de la iglesia.
También orar. Orar públicamente por grupos no alcanzados, por comunidades en donde el evangelio no ha sido predicado. Entonces, por ejemplo, en nuestra congregación tenemos un espacio de oración congregacional, y una de nuestras peticiones es: “Vamos a orar por este misionero, por esta iglesia en tal lugar, o por esta situación en este país”, y eso puede empezar a despertar esa conciencia en la gente.
Y de ahí, entonces, hay que estar listos, porque seguramente en algún punto alguien va a decir: “Ah, yo quiero ir”, y entonces tenemos que empezar a pensar en cómo vamos a poder enviar a alguien.
David Puerto:
Y yo creo que ahí son importantes también, como mencionabas antes, las alianzas. Cómo construir estas relaciones por causa del Reino, por causa de la gloria de Dios entre todos los pueblos de la tierra.
Y ya que han mencionado algunos libros de la Biblia, vemos en los Salmos —Salmos y Salmos— que hablan acerca de la gloria de Dios entre los pueblos. Y vemos al pueblo de Dios llamado para adorar a Dios entre las naciones, y ver cómo las naciones adoran a Dios como consecuencia de eso.
Y vemos aún en libros proféticos también, cómo los profetas anuncian la salvación de Dios para todos los pueblos de la tierra, y no solamente con un exclusivismo ciego y étnico hacia su propia nación, sino a todas las naciones.
Y en tu propia experiencia como pastor de la Iglesia Bautista Renacer, y también conociendo muchos otros lugares y contextos en América Latina…
O sea, siempre pienso que a veces no es una cuestión de interés; a veces es una cuestión de información.
¿Cómo han visto ustedes la respuesta de su propia iglesia al escuchar estas estadísticas, al comenzar a orar por pueblos sin testimonio del evangelio o con poco acceso al evangelio?
¿Cómo ha sido la respuesta de la iglesia? ¿Ha sido una respuesta positiva? ¿Hay gente que se ha resistido? ¿Como diciendo: “Nosotros no vamos a hacer eso, no vamos a participar en eso”?
Nicolás Osorio:
Sí, no he encontrado nada de resistencia. Es decir, todos parecen estar de acuerdo, pero al mismo tiempo hay un asombro. He visto hermanos abrumados, como diciendo: “¿Cómo vamos a hacer eso? ¿Cómo vamos a enviar a esta persona?” Pero en ningún punto una respuesta negativa. Y tiene sentido, porque si tenemos al Espíritu Santo, ¿quién se va a resistir a esto?
Yo creo que tienes razón: el punto es falta de información. Hay creyentes que pueden pensar que, así como somos nosotros, son en todas partes, y no han despertado a la realidad de que hay lugares en donde sencillamente no hay una sola iglesia local donde prediquen el evangelio.
Entonces, lo que he visto es emoción, asombro, interés por saber más. Y hemos hecho un proceso con una hermana que tiene deseo de salir a las misiones, y la gente ha reaccionado muy bien, evaluando su carácter. Ella pasó a contar su testimonio enfrente de los miembros de la iglesia, y la gente pues la aplaudió, y todos contentos.
Es asombroso. Es como una nueva experiencia para nuestra iglesia. Nunca habíamos hecho esto, y muchos, al contrario, me han dicho: “Ya era hora. Ya era hora de que pensáramos hacia afuera”.
Así que no, realmente es muy positivo.
David Puerto:
¿Qué le dirías a un pastor que dice: “Es imposible desde nuestra iglesia, de nuestro contexto; es imposible participar en la misión del Señor”?
Nicolás Osorio:
Sí, le diría que con Dios nada es imposible.
Si es lo que el Señor quiere para nosotros, él lo va a hacer. Y como oraba Agustín, así deberíamos orar nosotros. Agustín le decía al Señor: “Señor, dame lo que tú mandas y manda lo que quieras”. Bueno, si él nos manda a hacer las misiones, que nos dé lo que necesitamos para ir a las misiones. Y él lo hará. Si es su voluntad, él nos va a usar. No es imposible. Es difícil, pero no es imposible.
David Puerto:
Muchísimas gracias, Nico, por esta reflexión que traes desde la iglesia local. Apreciamos mucho lo que compartiste; ha sido de gran valor para mi vida y espero que también para todos los que están escuchando esta edición de este podcast. Muchísimas gracias por acompañarnos, y nos vemos en una próxima entrega. Que Dios les bendiga.