«Development» es una palabra omnipresente: international development, economic development, community development, sustainable development, etc. Décadas atrás, muchos creyentes la situaban lejos de las «misiones», protegida tras el muro que separaba los ministerios de «palabra» (evangelismo y enseñanza bíblica) de los ministerios de «obra» (justicia social y ayuda práctica).
Hoy, buena parte de la iglesia ha derribado ese muro y reconoce que el evangelio siempre fue integral: anunciar a Cristo y, simultáneamente, amar al prójimo con obras concretas. En TEAM utilizamos el término con cuidado, porque su amplitud y popularidad pueden generar confusión.
Definición general
En sentido amplio, el desarrollo comunitario es la labor, profesional o voluntaria, que fortalece e impulsa a una comunidad de forma sostenida.
Puede manifestarse en un programa de tutorías vespertinas en una aldea de Kenia, en una campaña vecinal que transforma una calle abandonada de Medellín en bulevar, o en un proyecto en el Chicago urbano que conecta a familias migrantes con servicios de salud y educación.
Las expresiones son tan variadas como las comunidades mismas y las personas que diseñan soluciones creativas.
Tres ingredientes clave
Perspectiva a largo plazo. Los desafíos más profundos —pobreza estructural, violencia, desintegración familiar, idolatría— no se resuelven con intervenciones de fin de semana. El desarrollo comunitario busca transformar personas y sistemas de manera sostenible, evitando remedios superficiales.
Impulso desde la comunidad. Los agentes externos resultan valiosos, pero su función es acompañar a los líderes locales para que definan, posean y gestionen las soluciones, sin imponer estrategias ajenas a la cultura ni a las dinámicas internas.
Enfoque holístico. Una comunidad es un tejido espiritual, relacional, económico y cultural, por lo que el desarrollo comunitario rechaza las recetas de talla única y aborda los problemas en todas sus dimensiones.
Encarnacional por naturaleza
Para conocer la historia, los dolores y los sueños de un barrio no hay sustituto para habitar en él. El mayor modelo de esta presencia es Cristo mismo: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1:14).
En Hechos 6, los apóstoles delegaron la distribución diaria de alimentos a fin de que ninguna viuda quedara desatendida; la buena noticia y la mesa fueron de la mano.
Siglos antes, Nehemías abandonó la comodidad de la corte persa, se instaló en Jerusalén y motivó al pueblo a reconstruir sus muros mientras les recordaba la fidelidad de Dios; su proyecto fue local, participativo y profundamente espiritual.
Ejemplos a lo largo de la historia
En la Reforma del siglo XVI, Martín Lutero impulsó la alfabetización masiva para que cualquiera pudiera leer la Biblia, y Juan Calvino estableció hospitales y sistemas de diaconía que socorrían a pobres, viudas y migrantes.
En el siglo XVII, los puritanos de Nueva Inglaterra fundaron Harvard para formar ministros y profesionales capaces de servir al bien común, además de abrir escuelas elementales donde niños y niñas aprendían lectura y principios bíblicos.
En 1727, el conde Zinzendorf recibió a refugiados bohemios en sus tierras de Herrnhut; aquella aldea se transformó en un centro misional que enviaría artesanos y predicadores a Groenlandia, Surinam y más allá.
Un siglo más tarde, William Carey predicó en la India, tradujo la Biblia y se implicó en abolir prácticas como el sati; al mismo tiempo la «Misión de Basilea» combinó plantación de iglesias con talleres de carpintería e imprentas administrados por africanos locales.
Ya en el siglo XX, las comunidades evangélicas de Corea del Sur fundaron hospitales y universidades, mientras que, en Kenia, proyectos agrícolas liderados por iglesias mejoraron las cosechas de miles de campesinos.
Todos estos ejemplos muestran un patrón bíblico: la proclamación de la Palabra produce discípulos que transforman sus contextos con acciones tangibles.
Por qué la iglesia local es clave
La congregación posee una autoridad espiritual que influye sin coerción, modela perdón y esperanza, y nutre la ética del servicio.
Al vivir entre su gente, un pastor o líder laico detecta necesidades invisibles para organismos externos, y la base comunitaria garantiza sostenibilidad: si la iglesia se apropia de un proyecto, lo financia, ora y lo adapta aun cuando los cooperantes se marchan.
Además, la integración del evangelio —reconciliación con Dios— alimenta la reconciliación social, económica y étnica.
Alcance y límites
Proyectos macroeconómicos o reformas de política nacional exigen estructuras gubernamentales y financieras; la mayoría de las agencias misioneras no están diseñadas para ellos. No obstante, las comunidades de fe son insustituibles sobre el terreno, donde identifican desigualdades educativas y abren escuelas, detectan inseguridad alimentaria y fomentan huertos urbanos, movilizan recursos para clínicas rurales y forman comités de paz en barrios dominados por pandillas.
Cuando se plantan y fortalecen iglesias centradas en Cristo, surgen núcleos de transformación que se multiplican de manera orgánica.
Cifras y realidades
El 57 % de la población mundial vive en ciudades; para 2050 superará el 68 %. Más del 80 % de los cristianos del Sur Global vive con menos de 10 USD diarios, pero iniciativas productivas impulsadas por iglesias han reducido la pobreza extrema en el África subsahariana del 36 % en 1990 al 25 % en 2025.
Entre 2015 y 2025, organizaciones evangélicas triplicaron los proyectos de alfabetización digital en el Sudeste Asiático, donde la conectividad móvil ya supera el 90 %.
Detrás de cada dato hay congregaciones que enseñan a leer, entrenan a agricultores, acompañan a viudas y, sobre todo, proclaman a Cristo.
Poniendo todo junto
El desarrollo comunitario no es una mera tendencia filantrópica; prolonga el mandato bíblico de amar a Dios y al prójimo. Exige visión a largo plazo, liderazgo local, enfoque holístico y presencia encarnacional.
Desde la Reforma hasta el movimiento misionero moderno, la historia de la iglesia confirma que la iglesia florece cuando une palabra y obra.
Como comunidad global dedicada a plantar iglesias, nuestro mayor aporte sigue siendo nutrir comunidades de fe centradas en Cristo que transformen su mundo con el evangelio. Esa sigue siendo una de las bases más sólidas para un desarrollo comunitario eficaz y duradero.
Este artículo fue escrito basado en un artículo que se publicó originalmente en inglés en el Blog de TEAM.