Una iglesia que sostiene la misión, ft. Justin Burkholder

Vivir la misión y cuidar a quienes son enviados son expresiones concretas de la comunión cristiana. La iglesia local no solo participa en la misión global: es su punto de partida, su sostén y su fruto.

VIDEO:

PODCAST:

Transcripción:

David Puerto:

Qué alegría estar con ustedes en esta otra entrega de Temas Esenciales. Y para nosotros es muy importante hablar de estos temas. Hemos hablado de diversas disciplinas espirituales hasta este punto, y vamos a añadir otra disciplina espiritual que se conecta con la iglesia local: nuestra comunión con creyentes, hermanos y hermanas en Cristo.

Y tocamos estos temas esenciales porque los creemos importantísimos para la misión local y transcultural también. Así que apuntamos a que aquellos interesados en servir al Señor transculturalmente puedan tomar esto como punto de partida para su reflexión y su involucramiento también, y que esto les prepare para servir al Señor en otros contextos fuera de donde ustedes viven y ministran.

Así que estoy nuevamente con Justin. Justin, gracias por estar acá.

Justin Burkholder:

Un privilegio, como siempre.

David Puerto:

Vamos a hablar de la iglesia local, y tengo este libro en mis manos que se llama El compañerismo misionero de William Carey. Es un libro fascinante. Amigos de William Carey escribieron después de que él salió para la India, y el contexto —estamos hablando de fines del siglo XVIII, 1792 o 1793—, donde un grupo de iglesias se unieron alrededor de William Carey y de varias personas más para comenzar el envío transcultural.

Y William Carey fue el primer misionero que fue enviado por este grupo de iglesias. Andrew Fuller escribió una carta a Christopher Anderson, que fueron de este primer grupo, y él escribe esta reflexión de este grupo de iglesias, de estos pastores y líderes: “No teníamos a nadie que nos guiara. Y mientras deliberábamos de ese modo, Carey, Guillermo Carey, por así decirlo, dijo: ‘Bueno, yo bajaré si ustedes sostienen la cuerda’. Pero antes de descender, según me pareció, nos hizo prometer a cada uno en la entrada de la profunda mina que, mientras viviéramos, nunca soltaríamos la cuerda”.

Y esto realmente se ha convertido en un lema que se usa para hablar del envío misionero y de los que quedan en los países de envío.

Y nosotros, en nuestro contexto en América Latina, tenemos mucha historia de recibir misioneros. Y el Señor, hace poco menos de 50 años, ha comenzado un mover y un despertar en la Iglesia Latinoamericana. Pero, sin lugar a duda, la iglesia local tiene que formar un rol vital.

Así que, Justin, ¿cómo puede una iglesia local ser un enviador real y cuidador de sus misioneros en el campo?

Justin Burkholder:

Sí, pues yo creo que la frase capta la hermosura de esta relación entre el obrero transcultural y la iglesia local. Yo creo que una de las precauciones que tenemos que tener es suponer que quien está involucrado en la misión global es el obrero, y la iglesia simplemente es su apoyo, por decirlo así, entre comillas.

Yo no sé quién utilizó primero la frase, pero por ahí se ha dicho: “Dios no tiene una misión para su iglesia, tiene una iglesia para su misión”. Que al final de cuentas, la misión que Dios tiene, el agente principal que Dios ha encomendado y comisionado para proclamar y declarar su nombre entre las naciones, es la Iglesia, en su expresión local y global. Existe este llamado sobre el pueblo de Dios.

Ahora, eso no quiere decir que en cada congregación local todos tienen que estar montándose a un avión e irse hasta los confines de la tierra. Algunos van a tener una vocación transcultural y otros van a participar en esa misión desde aquí.

Y yo creo que las congregaciones locales, entonces, tienen que estar promoviendo una visión constante de la necesidad que existe para acceso al evangelio hasta los confines de la tierra. Uno de los peligros para una iglesia local es enfocarse tanto en sí misma que pierde de vista parte de su razón de existencia, que es la misión de Dios: ver la gloria de Él cubrir la tierra como las aguas del mar.

Entonces, yo creo que lo que una iglesia puede hacer para involucrarse es promover esta visión. Al promover esa visión, seguramente el Espíritu ya va a estar obrando en el corazón de algunos miembros de su iglesia, quienes van a levantar la mano y van a decir: “Bueno, yo voy”. Como dijo Carey: “Yo voy”.

Entonces, es ahí donde ya la iglesia local, además de seguir promoviendo esta visión, ocupa un rol de enviador de ese obrero. Y el envío no simplemente pensamos en esa palabra como si solo significara eso: lo enviamos y ya, ¿verdad? Pero el envío realmente es toda una serie de prácticas y disciplinas para mantener a ese obrero enviado.

El envío es una obra constante que estamos haciendo de ese obrero, y estamos sosteniendo su envío a lo largo del tiempo que ha sido enviado ese obrero. Eso incluye el apoyo financiero, el apoyo en oración, el apoyo integral a necesida des que pueda tener —emocionales, espirituales o en momentos de crisis que enfrenta, lo que sea—.

La iglesia, siendo este ente enviador, existe para sostener el envío perpetuo de ese obrero hasta que el Señor lo llame de regreso.

David Puerto:

Entonces, podemos decir que la iglesia no envía misioneros como las empresas envían a sus empleados. Muchas empresas lo hacen muy bien, pero una parte de nuestra iglesia sale.

Justin Burkholder:

Exacto.

David Puerto:

Y va a ser responsable de la extensión del evangelio en otro contexto. Entonces, estamos hablando de que la iglesia es responsable por el cuidado de los miembros de su cuerpo que salen.

Hablaste de varias cosas: el apoyo financiero, el apoyo en oración. Y en episodios pasados hemos hablado con otros invitados del podcast de TEAM Misiones que hay círculos concéntricos de cuidado.

Dios es el que nos cuida en primer lugar. El siguiente círculo concéntrico es un autocuidado, que nosotros mismos nos cuidamos. Pero los siguientes círculos incluyen la iglesia enviadora, la organización misionera, que también significa que hay gente con la que trabajan.

Ahora, es muy fácil para nosotros, como iglesia local aquí en América Latina, pensar: “No tenemos la experiencia, no tenemos los recursos; entonces vamos a entregar la responsabilidad del cuidado de nuestros obreros a organizaciones especializadas, como TEAM u otras agencias misioneras”.

¿Qué pasa con ese pensamiento? Si nosotros solo enviamos —como decías al inicio—, enviamos y nos olvidamos de nuestros misioneros, ¿cuáles pueden ser los efectos que esto tiene?

Y luego hablemos un poquito de la importancia de que los enviados sean parte de una comunidad de fe. Pero primero, ¿cuáles son los efectos que podemos ver en obreros que son enviados y olvidados?

Justin Burkholder:

Claro. Pues yo creo que la iglesia que dice “no tenemos la experiencia” es una mentira.

Ahora, el hecho de que se subió a un avión, ese miembro no cambia mucho. Y yo lo he visto, o sea, y vos lo has visto en un sinfín de iglesias aquí en Guatemala aún, pero podríamos expandirlo a toda la región. Uno de esos miembros entra en una crisis y las iglesias saben cómo responder.

La única diferencia es que su miembro no está viviendo aquí; está viviendo a un vuelo de avión de lejos. Pero, a final de cuentas, es atención y reconocimiento de que parte de nuestro cuerpo está sufriendo o está enfrentando alguna dificultad. Entonces, a nosotros nos duele que nuestro cuerpo duela. Vamos a hacer lo que tenemos que hacer para invertir.

Yo creo que las iglesias tienen la experiencia, más quizás no lo han aplicado siempre a las dimensiones transculturales. Pero creo que el efecto a largo plazo para estos obreros, en muchos casos, es que reduce dramáticamente el tiempo de servicio que ellos puedan ofrecer, reduce la calidad de su servicio y, en muchos casos, puede provocar en los mismos obreros una cierta decepción con la noción de la iglesia local.

Yo he hablado con obreros que han servido transculturalmente. Ellos levantaron la mano, tal vez ingenuamente, y dijeron: “Pues yo voy si me apoyan”. Y de ahí ya no escucharon más de su iglesia. Entonces, ellos regresan muy decepcionados diciendo: “Yo me comprometí con todo, ¿y ustedes se comprometieron con qué? ¿Con escribirme el cheque, verdad?”.

Entonces, creo que las consecuencias pueden ser muy graves para la misión y para el obrero que está trabajando dentro de esa misión, tanto sobre sí mismo como sobre su familia, lo cual puede desatar un sinfín de cosas —un sinfín de experiencias, de lo que sea— que, a final de cuentas, puede llegar a destruir su obra, arruinar su servicio a largo plazo o simplemente devolverlos demasiado pronto porque no contaban con el apoyo que necesitaban.

David Puerto:

Ahora pasémonos al lado del enviado.

Justin Burkholder:

Sí.

David Puerto:

¿Por qué es importante que un enviado sea parte de una iglesia local y no simplemente vaya como un llanero solitario —“esta es mi idea, esta es mi iniciativa y solo deme el dinero y yo voy a hacer esto y despreocúpense de mí”?

¿Cuál es el problema con ese pensamiento?

Justin Burkholder:

Sí, pues yo creo que hay varias diferentes capas.

Yo creo que, primero que nada, hay un peligro para el cristiano privado. Nosotros no vemos ese concepto a lo largo del Nuevo Testamento: un cristianismo tan privatizado o individualizado que solo yo y Dios lo practico y nada más.

A final de cuentas, hay toda una serie de pasajes acerca de los unos a los otros. Necesitamos a otros cristianos en nuestra vida y nosotros debemos servir a otros cristianos también. Entonces, yo creo que eso es una capa.

Creo que una segunda capa es que nosotros, como obreros transculturales, nuestra labor a menudo apunta al desarrollo de una comunidad de creyentes. Pero, a veces, estamos hablando de la importancia de una iglesia sin nosotros mismos practicar lo que significa ser iglesia y estar en una iglesia. Entonces, hay cierta hipocresía a veces en los obreros que plantan una iglesia, pero se mantienen al margen de la vida de una iglesia.

Yo creo que es necesario. Si mi convicción es que tú, como creyente, deberías estar en una iglesia, eso significa que yo también debería estar en una iglesia.

Entonces, hay una capa de simplemente la práctica de su obra, pero también, más profundo quizás, hay elementos de cualquier contexto al que yo entro que simplemente nunca voy a poder asimilar al nivel en que una persona local lo hará.

Creo que puede haber mucho peligro en obreros que aparecen y quieren construir muchas cosas sin la intervención de voces, compañeros, hermanos y hermanas locales, quienes están también comprometidos con esta misma misión, pero entienden los obstáculos y las bendiciones de esta cultura en particular, y saben entonces cómo contextualizar la obra dentro de su propio entorno.

Entonces, el obrero necesita la iglesia local para todas estas cosas: para su propio vivir, para ser consistente con el mensaje que está transmitiendo, pero, al final de cuentas, para poder contextualizar lo que está sucediendo y tener a otros quienes lo corrigen, quienes lo ayudan a ver lo que no logra ver simplemente por su propia distancia cultural.

David Puerto:

Mientras estás compartiendo todo esto, viene a mi mente el pasaje de Hechos 13, que nos presenta un modelo. El modelo de envío.

Dice:

“En la iglesia que estaba en Antioquía —que, por cierto, era una iglesia multicultural y lo vemos por sus líderes— había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Níger, Lucio de Cirene, Manaén (que se había criado con Herodes el tetrarca, una enorme posición política) y Saulo.

Mientras ministraban al Señor y ayunaban —que ya lo vimos en un episodio pasado—, el Espíritu Santo dijo: ‘Aparten a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado’.

Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron”.

Entonces, vemos a una iglesia comprometida localmente, pero abierta a la voz del Espíritu Santo para participar globalmente de la misión.

Vemos a estos otros ancianos orando por Bernabé y Saulo, imponiendo sus manos y enviándolos también. Así que nosotros hemos puesto “Temas esenciales” e incluimos la iglesia local porque pensamos que la iglesia local es el inicio de la misión y es el final de la misión.

Anhelamos, desde nuestras iglesias, que haya otras iglesias en otros contextos —especialmente en aquellos con poco acceso al evangelio—, que puedan predicar el evangelio, hacer discípulos y continuar este ciclo de salvación hasta que todo el mundo escuche acerca de nuestro Señor y Salvador Jesús.

Justin Burkholder:

Y lo curioso de ese pasaje es que en Hechos 13 son enviados. Ellos van a estas regiones donde hay poco acceso, y si luego ves en Hechos 14, ¿qué hace otra vez? Él regresa a todos esos lugares y nombra ancianos, estableciendo nuevas iglesias en esos lugares.

Regresando a lo que dijiste: es el principio de la misión quien envía al obrero, pero es también el resultado de la misión. Nuevas iglesias locales que luego hacen lo mismo y siguen participando.

Así es como Dios tiene una iglesia para su misión.

David Puerto:

Sí, este tema da para mucho.

Justin Burkholder:

Da para mucho.

David Puerto:

Pero esperamos que este sea un punto de partida para un compromiso personal con tu iglesia local, pero también un compromiso personal con iglesias locales en el campo misionero y la plantación de nuevas iglesias en estos contextos transculturales.

Así que hemos invertido un poco más de tiempo, pero nos encanta este tema y queremos seguir profundizando en él, creando recursos y materiales para bendecir a la Iglesia Latinoamericana en nuestra tarea de ser parte de la misión global.

Nos vemos en un próximo encuentro. Que el Señor les bendiga.