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Transcripción:
DAVID PUERTO:
Bienvenidos nuevamente a este espacio donde conversamos acerca de la misión de Dios.
Y estamos en temas esenciales, hablando y tocando temas esenciales no sólo para nuestra vida cristiana, nuestro caminar con Cristo, sino para servir en el campo misionero transcultural.
Y Justin, gracias otra vez por acompañarnos acá en esta mesa.
JUSTIN BURKHOLDER:
Gracias, siempre un gusto.
DAVID PUERTO:
Vamos a hablar en esta oportunidad, en esta ocasión, acerca de adorar y de congregarnos como disciplinas espirituales.
Ahora, cualquiera puede decir: “¿Cómo así? ¿La adoración y el congregarnos, el ser parte de una iglesia local, son disciplinas espirituales? ¿Cómo luce eso? ¿En qué me beneficia a mí?”
Hay personas en nuestra generación que dicen: “Yo amo a Jesús, pero no amo a la iglesia.”
Ah, ¿qué significa eso al pensar en personas que tienen un deseo y un llamado por Dios de salir al campo misionero transcultural para servir?
JUSTIN BURKHOLDER:
Pues mira, yo creo que, a nivel teológico, es incoherente amar a Jesús sin amar a la iglesia. Eso es amar a mi cabeza, pero no al cuerpo. Entonces, a final de cuentas, si amas a Cristo, amas su cuerpo. Si no amas su cuerpo, lo más probable es que tu amor por Cristo es un amor truncado, es un amor deficiente.
Entonces, de hecho, estaba leyendo últimamente 1ra Corintios 12, donde Pablo plantea esta imagen del cuerpo, que Dios nos diseñó de manera interdependiente como cristianos: que mi crecimiento depende, en parte, de tu ejercicio de tus dones, y tu crecimiento depende, en parte, de mi ejercicio de mis dones.
Entonces, yo creo que es imposible realmente amar a Cristo sin amar a la iglesia.
Ahora, yo creo que, por otro lado, para específicamente el obrero transcultural, lo que el agente principal de la misión de Dios es la Iglesia de Jesucristo. Entonces, a donde sea que nosotros vamos, nuestro anhelo, si queremos participar plenamente en la misión de Dios, nuestro anhelo debería ser nutrir, fortalecer la iglesia en ese contexto.
Entonces, si yo voy a nutrir y fortalecer la iglesia en ese contexto, puedes tomar por sentado que yo, antes de ir a ese contexto, debería tener un amor profundo por la iglesia local, gran experiencia sirviendo y participando en la iglesia local.
La iglesia debería figurar, principal hasta cierto punto, en mi entendimiento misionológico. Debería ser una parte esencial de cómo yo entiendo que Dios está llevando a cabo su misión.
Entonces, cuando yo pienso, aún en agencias misioneras como TEAM, a final de cuentas, nuestro aliado principal es la iglesia: la iglesia que envía y la iglesia que aún no existe, pero que estamos añorando, orando y obrando para que llegue a existir.
Porque yo creo que lo más poderoso que se puede hacer en cualquier cultura es soltar una comunidad de discípulos para vivir todas las implicaciones del reino de Jesús en un contexto en particular como la iglesia local.
Entonces, esto tiene que figurar como eje principal o eje central, por lo menos, en cómo nosotros entendemos la misión en la que estamos participando.
DAVID PUERTO:
Por supuesto, la iglesia local nos forma, y realmente lo que entiendo de lo que dices es que vamos a un contexto diferente con el fin también de hacer cualquier cosa, pero para que florezca una iglesia local.
Y hay contextos en el mundo donde no tienen acceso a una iglesia local. Entonces, lo que queremos en esos lugares es que pueda nacer una iglesia local de creyentes que se unen como hermanos y hermanas en Cristo, y que ellos puedan impulsarse al amor y a las buenas obras, como dice Pablo en sus cartas.
Y es muy interesante que, cuando vemos al creyente normal del Nuevo Testamento, al seguidor de Jesús normal del Nuevo Testamento, vemos constantemente que está en relación con otros. Y Pablo habla mucho de “unos a otros”, “unos a otros”.
Entonces, realmente, sin iglesia podemos decir que no hay misión. Y la iglesia es la que impulsa la misión también. Eso vemos en el Nuevo Testamento, mucha evidencia de eso.
Ahora, para hablar de la parte práctica, ¿qué ha significado para ti adorar a Dios en una cultura distinta a la tuya?
JUSTIN BURKHOLDER:
Sí, pues, yo creo que un par de cosas.
Primero que nada, el ver lo trascendental de las verdades del evangelio, pero su aplicación particular en un contexto distinto, trae mucha riqueza. Hablar, por ejemplo —ejemplo muy específico—, hablar de la naturaleza familiar de la iglesia en contextos occidentales, como por ejemplo los Estados Unidos, es medio raro.
El norteamericano, el estadounidense, tiene aprecio por su familia, pero su familia es su familia nuclear, muy pequeña. O sea, la noción de familia no es lo que implica y significa en contextos como América Latina.
Pero hablar de cómo es que todos somos hermanos y hermanas, adoptados por el mismo Padre, y somos una familia espiritual, en un contexto como América Latina se mira una riqueza, donde hay ese entendimiento nato de decir: “Somos entonces interdependientes, nos necesitamos los unos a los otros. Lo que tú necesites, a la hora que lo necesites, voy a servir”.
Ahora, yo sé que quizás aspiracionalmente no siempre lo vemos aplicado tan perfectamente, pero el participar en una cultura distinta hace resplandecer ciertas verdades dentro de la comunidad cristiana que en otros contextos donde yo he vivido no las vi de la misma forma.
Entonces, yo creo que da eso.
Ahora, yo creo que lo otro que hace es que —suele ser la práctica típica— los misioneros son los jefes. Para mí, ha habido mucha riqueza en el tener a otros hermanos y hermanas a mi alrededor, a los que yo me someto, y donde yo no puedo tener necesariamente todo el poder o tener toda la idea de lo que debería suceder, sino que yo me tengo que someter a la autoridad que Dios ha establecido: la autoridad de Jesucristo.
Y es preocupante, a veces, ver cómo misioneros transculturales, a menudo, se han mantenido marginados de la autoridad establecida por Cristo, y han querido crear como que una autoridad por aparte a la de la iglesia local.
Y yo creo que hay mucha riqueza y mucho aprendizaje en reconocer: Dios ha establecido esto. Entonces, yo me someto a lo que Dios mismo ha establecido, que es su iglesia en este local.
DAVID PUERTO:
Escuché a John Piper una vez decir: “Más diversidad, más gloria. Dios no es el Dios de un pueblo, Dios no es el Dios de un país o de un grupo étnico. Dios es el Dios de todas las naciones”.
Ahora, eso se escucha muy bien, pero esto también presenta desafíos. Entonces, hemos hablado un poco de las bendiciones.
Ah, pero ¿qué desafíos ha representado o has encontrado el congregarte en una iglesia en el campo misionero?
JUSTIN BURKHOLDER:
Sí. ¿Cuánto tiempo tenemos?
DAVID PUERTO:
No mucho, eh.
JUSTIN BURKHOLDER:
Sí, mira, yo creo que, obviamente, por mi cultura y por mi diseño, hay maneras en las que yo resolvería conflicto, hay maneras en las que yo haría cosas de otra manera, otra forma. Hay valores que yo tengo que otros no comparten.
Entonces, el desafío constante no es obligar a todos a hacer las cosas como yo quisiera —aunque intento, yo creo que en muchos casos— el desafío es el reconocer que esto es una perpetua muerte al yo.
El rodearme con cristianos quienes no piensan como yo, quienes no valoran necesariamente las cosas que yo valoro a detalle… yo tengo que morir a mí. Y yo tengo que entonces entrar a situaciones muy impredecibles, donde yo no sé cómo me va a ir.
Especialmente, yo pienso mucho —o sea, yo creo que un tema muy diferente a lo largo de las culturas es el tema de resolución de conflictos—. Hay conflictos que yo he pasado hasta el día de hoy que digo: “Yo no tengo idea cómo resolverlos. No sé cómo surgieron”. Pero ahí estoy, en medio de ellos, con hermanos y hermanas en Cristo que, pues sí, tenemos que aprender a cómo hacer esto, a cómo vivir esto en este contexto.
Entonces, nos coloca en una situación de interdependencia, donde tenemos que aprender de otros, donde tenemos que escuchar de otros, hacer buenas preguntas, mantenernos curiosos.
Y especialmente, como hemos venido hablando, yo creo que las disciplinas se juntan: mucha oración, mucha dependencia de la Palabra, para poder navegar la complejidad de la multiculturalidad.
DAVID PUERTO:
Y una última pregunta, Justin.
¿Qué hacemos si Dios nos está llamando a servir en contextos, en lugares donde no hay iglesia, en pueblos específicos de países, lugares muy remotos, o a grandes ciudades donde hay sectores de esas ciudades donde no hay iglesia? Y realmente ese trabajo es pionero.
Y Pablo lo describe muy bien y lo implementa muy bien también en Romanos 15. Él dice: “Dios me ha llamado para ser luz donde no hay luz, para anunciar el evangelio donde no se escucha y para no sembrar sobre fundamento ajeno —dice él”— “Desde Jerusalén hasta Ilírico lo he llenado con el evangelio de Cristo, y ya no hay campo para mí en estos lugares”.
Dice: “Por tanto, iré a España, pero pasaré a visitarlos por Roma”. Y él entiende que Roma es la iglesia estratégica. Es una ciudad clave que le va a impulsar, esta iglesia, para llegar a España con el mensaje del evangelio.
Pero sin ser el apóstol Pablo, ¿cómo hacemos para considerar seriamente estos lugares, si el Señor está llamando a nuestras iglesias a participar así en la misión?
JUSTIN BURKHOLDER:
Yo creo que hay algunas cosas prácticas que podemos hacer. Pero antes que eso, yo te he escuchado a vos usar esta frase en múltiples ocasiones: “lugares donde no hay iglesia visible”.
Y yo creo que es una buena aclaración, porque en todo lugar, de alguna manera u otra, creemos que Dios ya está obrando para reunir para sí mismo un pueblo.
Entonces, yo creo que en todo lugar siempre hay mucho potencial de iglesia, aunque no hay iglesia —quizás— aún no hay iglesia visible. Pero el anhelo y el deseo, tanto de Dios como del obrero, es que lo haya.
Entonces, yo creo que este tiempo en el que se encuentran sin iglesia es un tiempo temporal. En el mejor caso, es temporal. Ahora, hay veces donde dura mucho tiempo ver el fruto nacer, pero en muchos casos lo que estamos esperando es ver los primeros conversos, los primeros que creen en el evangelio de Jesucristo.
Y desde el momento que creen, hay iglesia. No hay un “Espíritu Santo Junior” que está en los nuevos creyentes y tenemos que esperar a que ellos crezcan para que ya seamos iglesia. No. El momento que alguien confiesa fe en Cristo, son unidos a este cuerpo, el Espíritu Santo llega a morar en ellos.
Entonces, yo creo que, obviamente, la tarea es ver que la iglesia nazca mediante el evangelismo, mediante compartir el evangelio.
Muy prácticamente,, yo creo que es aquí donde los equipos son muy importantes al ser enviados. Hay mucho riesgo en enviar a pioneros solos para hacer la obra pionera, para hacer la obra evangelística. Entonces, equipos pueden ir y ser iglesia, mientras que oran que nazca la iglesia en ese contexto.
Y también, pues, ese equipo a veces también incluye nuestra familia. Entonces, a veces, la iglesia más cercana a la que pertenecemos es simplemente nuestra familia en algunos de estos contextos.
Es ahí donde también las herramientas como las redes sociales, el internet, quizás nos vinculan con cierta enseñanza o conexiones con otras personas. Pero esperamos que, a largo plazo, esas sean soluciones temporales, porque a largo plazo lo que deseamos ver es comunidades desarrolladas dentro de ese mismo contexto, que puedan vivir la plenitud de lo que significa ser iglesia en ese contexto, en esa situación.
DAVID PUERTO:
Sí, la congregación y la adoración es parte de nuestra vida cristiana también.
Así que esperamos que este tiempo haya sido de bendición y edificación para ustedes, y pronto regresamos con más.