Sirviendo a Cristo donde ser cristiano es un riesgo, ft. Jazmin

Misionera Jazmin
Jazmín comparte su experiencia como misionera biocupacional en el norte de África. Una conversación sincera sobre preparación, desafíos y la misión en contextos de acceso restringido.

VIDEO:

PODCAST:

Transcripción:

David Puerto:

Hola y bienvenidos nuevamente a otra entrega de este podcast de TEAM. TEAM es una organización que acompaña a la iglesia y sirve a la iglesia en el envío de obreros a otras partes del mundo, especialmente aquellos lugares donde la iglesia es menos visible y hay menos acceso al evangelio que en nuestros contextos, tanto en Norteamérica como América Latina.

Mi nombre es David Puerto y sirvo en esta área de movilización en TEAM, y para mí es un enorme privilegio recibirlos a ustedes y también recibir a nuestra invitada el día de hoy. Saben que en esta mesa nos sentamos con amigos a conversar sobre la misión de Dios en diferentes partes del mundo.

Ahora, nuestra invitada tiene una característica: no vamos a revelar su identidad por varias razones, pero principalmente es porque ella ha estado sirviendo en lugares de acceso restringido, le llaman algunos, o acceso creativo, le llaman otros. Y ese es un tema que vamos a estar tocando hoy: cómo entrar y permanecer en estos lugares con diferentes profesiones y capacidades, técnicas.

Entonces por eso hoy no vamos a revelar el rostro de nuestra invitada. Ella se llama Jazmín y vamos a entrevistarla el día de hoy en este nuevo formato.

Jazmín, bienvenida a este espacio, este podcast donde hablamos con amigos acerca de la misión.

Jazmín:

Muchas gracias, David. Es un gusto estar aquí con ustedes y poder compartir este tiempo y de la experiencia vivida en estos años.

David Puerto:

Comencemos. Nadie te está viendo, tu rostro, pero cuéntanos un poco de ti. ¿Qué has hecho? ¿Dónde serviste? ¿En qué región del mundo serviste? ¿De qué manera serviste? Y creo que eso nos va a servir muy bien para introducir el tema del que vamos a estar hablando.

Jazmín:

Bueno, soy guatemalteca y el Señor me llamó a servirle específicamente entre los musulmanes hace aproximadamente 20 años. Y todo ese tiempo ha sido un proceso de preparación, de discernir la voluntad del Señor en qué grupo étnico o en qué país servirle.

Tuve oportunidad de servir en misiones cortas en Turquía, en India, en Macedonia del Norte, siempre entre grupos de musulmanes. Y fue un tiempo para discernir dónde quería llevarme el Señor, también para conocer las diferentes culturas, las posibilidades de servicio en estos lugares.

Finalmente, Dios me llevó a trabajar a largo plazo en el norte de África. Soy administradora de sistemas. Tengo estudios de maestría en relaciones internacionales y también me gradué del seminario aquí en Guatemala, con un grado de profesorado.

Dios también me ha permitido, a lo largo de estos años, tener muchas más capacitaciones en otros ámbitos, que más adelante vamos a hablar un poco de esto, que han sido de mucha importancia y valor para el trabajo desempeñado en el norte de África.

David Puerto:

Gracias, Jazmín, por compartirnos un poco de tu experiencia en el campo misionero transcultural. Y es interesante porque tú hablaste de tu preparación técnica.

Ahora, podemos expandir un poquito más en esa idea. ¿Cómo se debe preparar un obrero, un trabajador transcultural que tiene como meta llevar el mensaje del evangelio, el mensaje transformador de Jesucristo, a otra cultura, a otro contexto, a otro idioma, pero especialmente en países donde no reciben a los misioneros con los brazos abiertos? Podemos decirlo de esa manera. Pero, ¿cómo se tiene que preparar un obrero para hacer esa tarea?

Jazmín:

Bueno, hay diferentes cosas en las que un obrero se puede preparar para trabajar en contextos de esta naturaleza. Yo creería que lo primero es saber a dónde va a ir, a qué país va a ir, a qué país lo está llevando el Señor. Luego, investigar un poco acerca de cuáles son las restricciones al evangelio en ese lugar, porque puede ser que sea un país que sí tiene restricción, pero que, por ejemplo, acepten ministros religiosos de otras religiones diferentes de la mayoritaria del país. O bien, sea un país totalmente restringido, que no permiten el ingreso de otras personas de una religión distinta, a hacer un trabajo religioso.

Entonces, esto limita la forma de acceso del misionero al país. Sabiendo cuáles son las condiciones del país, el misionero debe saber si, por ejemplo, solo tuvo una capacitación bíblica, teológica en un seminario, y quiere ir a Libia, su entrada a Libia sería totalmente imposible si solo tiene un título del seminario. Entonces, el misionero tiene que tener alguna otra herramienta, alguna otra capacitación, como por ejemplo ser médico, o ser maestro de educación primaria —que eso es algo que piden mucho en Libia— maestro de educación primaria, o ser enfermero, o ser especialista en agronomía para trabajar en el desierto.

Estamos hablando del ejemplo de Libia. O podría ser también que sepan cómo trabajar con rebaños de ovejas. Entonces, esas son especialidades que este obrero necesitaría para poder entrar a un contexto así. Y, por supuesto, ser muy bueno en lo que hace. Porque en estos países, en muchas ocasiones, están las mismas especialidades, pero no a un nivel de excelencia o de conocimiento que probablemente pudieron haber adquirido en una universidad en América Latina, en Estados Unidos o en Europa. Entonces, tiene que ser especialista en el tema de lo que va a ir a desarrollar en ese contexto.

Hay otros tipos de preparación que debe tener, como por ejemplo en idiomas, en estudiar la historia geopolítica del país, porque eso le lleva al misionero a entender por qué la gente de ese país se comporta de tal o cual forma. Por ejemplo, hay muchos conflictos étnicos dentro de ese país. ¿Por qué se dan los conflictos étnicos? Porque eso definitivamente va a afectar en un momento su ministerio.

Por ejemplo, si tú hablas de todo el norte de África, el norte de África, antes de la separación del Imperio Otomano, estaba dividido en tribus. Y luego, después, cuando se desmembró el Imperio Otomano, lo que se hizo fue una división política, que con el Tratado de Darfur se dividió el norte de África simplemente dibujando líneas. Entonces, los grupos étnicos quedaron disgregados por todo el norte de África, divididos. Hay conflictos de tierras hasta la fecha, y eso afecta directamente a la sociedad libia, a cómo los grupos ahí se conforman, y las guerras civiles que hemos visto hasta estos tiempos, que son muchas veces guerras entre grupos étnicos. Entonces, eso lo debe estudiar el misionero.

Puede hacer visitas cortas, eso le ayuda a prepararse. Leer acerca de la historia del país, de la cultura, y también no solo leer los escritos cristianos, sino también escritos de gente que ha estudiado las naciones estas, o de personas de ahí, de la misma nación, que hablan de su religión en ese país. Leer los escritos religiosos que han salido de ese país, porque eso les da también una panorámica de cómo la gente entiende su religión, cómo vive su vida.

Entonces, hay mucha preparación que un obrero puede tener para ir a un país de acceso restringido. Y, por supuesto, temas de seguridad, qué cosas puedo hacer, qué no puedo hacer. Y eso principalmente se trata con las agencias misioneras.

David Puerto:

Hace unos minutos hablaste de un estudiante de seminario que quiere servir. Y estamos poniendo el ejemplo de Libia, pero así podemos poner el ejemplo de Turquía o Bangladesh. O hay naciones que son principalmente islámicas —esa es la religión oficial del Estado—, y hay otras religiones que son mayoritarias en países asiáticos: el hinduismo, el budismo, etcétera.

Pero hablaste de un estudiante de seminario que está pensando en movilizarse, moverse a uno de estos lugares. También hablaste de personas con carreras técnicas o universitarias. ¿Cuál es la diferencia entre un misionero o un obrero tradicional y uno biocupacional, como se conoce el término en el mundo del envío misionero?

Jazmín:

Pues un obrero tradicional o un misionero de carrera son los que han tenido estudios teológicos, misioneros y también bíblicos, y que tienen la intención de desarrollar un ministerio religioso en el país a donde van. Pueden ser pastores, plantadores de iglesia, personas que se dedican a compartir el evangelio, profesores de seminario, y el objetivo que tienen es ir y hacer ese ministerio en un país.

Esos son los misioneros que yo entiendo como misioneros de carrera o los misioneros tradicionales.

Por otro lado están los misioneros biocupacionales, que puede ser que también tengan la capacitación bíblica, teológica y misionera, pero además tienen una especialización, una ocupación, una carrera o una destreza en un campo específico. Y esto les permite evangelizar en entornos multiculturales que probablemente un misionero tradicional o de carrera no tiene.

Por ejemplo, si vamos a ir a India, un misionero tradicional o de carrera podría —hay muchos institutos bíblicos en India— ir y enseñar en el instituto bíblico. Pero si quiere ir a un lugar donde no hay presencia de iglesia, donde no hay institutos bíblicos o lugares donde ejercer esto, él puede llegar como un plantador de iglesias. Pero a la gente local le va a resultar sospechoso que llegue alguien y solo diga: “Bueno, vengo a compartir el evangelio”. Y eso muchas veces crea resistencia dentro de la comunidad a donde estamos llegando, porque las personas solo llegan y dicen: “Bueno, me traen un mensaje extraño, un mensaje que va en contra de mi cultura, en contra de mi religión”. Y entonces hay un rechazo inmediato.

Pero, por ejemplo, si es una persona que llega y les habla de cómo mejorar los cultivos de una cierta planta que tienen en la región y comienza a ayudarles en eso, entonces el misionero que es biocupacional, porque tiene una experiencia agrícola, llega y les comienza a bendecir por medio de esas cosas técnicas que les está enseñando. Entonces comienza a tener apertura dentro de la comunidad, y esto también le da más credibilidad en lo que él es como persona.

Esto abre puertas para que pueda predicar el evangelio al mismo tiempo que les está ayudando en una necesidad que ellos tienen.

Ambos, tanto el misionero de carrera como un misionero biocupacional, tienen sus pros y sus contras. Y depende del contexto donde nosotros vamos a ir, es lo que podemos hacer.

David Puerto

Y justamente hacia allá va mi siguiente pregunta. ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta un misionero, un obrero biocupacional?

Podemos hablar en contraste con el misionero tradicional, pero creo que ese no es el propósito, tal vez para otra conversación. Pero específicamente el obrero biocupacional —y esa fue tu experiencia también—, ¿cuáles fueron los desafíos que tú misma enfrentaste?

Jazmín:

Bueno, una de las cosas es que uno tiene que ser muy bueno en lo que hace, porque muchas veces, en los lugares a donde uno va, hay personas que tienen la misma capacitación que uno, la misma carrera que uno.

En mi caso personal, yo al país donde entré, en el norte de África, entré con una especialización en productos tradicionales artesanales. Yo aquí en Guatemala obtuve esta especialización en un curso que dio la cooperación española. Entonces, tuve la oportunidad de tomar ese curso, y para entrar a ese país, mi visa fue otorgada porque tenía ese diploma de especialización en productos artesanales. No obtuve mi visa por medio de mi carrera universitaria ni de los estudios de maestría, sino por esta especialización.

Entonces yo tenía un propósito claro al presentar esta especialización, porque el trabajo que iba a hacer en ese lugar requería que tuviera esos conocimientos. Y ahí, en ese país, no tenían nadie especializado en artesanías y cómo llevar a cabo todo el proceso artesanal, cómo verificar calidad. Entonces, requerían alguien que tuviera la especialización y que fuera bueno en eso.

El desafío es ser muy bueno en lo que se sabe hacer, en lo que uno es especialista. Por ejemplo, también otro desafío: si hay un misionero biocupacional y decide poner un negocio, este negocio tiene que generar ingresos, no ser solamente una fachada, sino que realmente debe ser un negocio productivo. ¿Por qué? Porque el gobierno lo va a estar controlando, lo va a estar vigilando. Tiene que presentar informes contables y estar haciendo las cosas como debe hacerlas. Tiene que presentar todo esto y debe rendir frutos del trabajo que está haciendo, porque también eso le da la oportunidad de contratar gente local, de tener más contacto con gente local y decirle al gobierno: “Sí, nosotros estamos trabajando, estamos trabajando bien”. Y eso también les permite seguir en el país para que el gobierno no les cierre el negocio.

Otro desafío es ocuparse intencionalmente de evangelizar, porque se invierte mucho tiempo en lo que uno hace como misionero biocupacional, en un trabajo, en un negocio, en una carrera, y terminas a veces dejando por un lado todo lo que es evangelizar. Entonces, tienes que ser muy intencional en apartar el tiempo para compartir el evangelio o bien compartirlo continuamente con las personas que te rodean. Eso es un desafío muy grande, porque a veces uno trata de equilibrar las cosas, pero si no es intencional, no lo hace.

Y, por último, diría que también atender y equilibrar el tiempo en todas las cosas que uno tendría que hacer. Vida personal, en el caso de las personas casadas, tener el tiempo para su familia, tener el tiempo para evangelizar, tener el tiempo para el trabajo o el negocio que tengan, y el ministerio. Eso hay que aprender a equilibrarlo, y eso cuesta a veces.

David Puerto:

Hablamos de los desafíos y yo creo que has mencionado algunas ventajas. ¿Puedes expandir un poco más este concepto? Creo que es muy importante la identidad social que una persona tiene. ¿Cómo te ven tus vecinos? ¿Cómo te ven las personas que te rodean?

En países como en el norte de África, en Medio Oriente, Centro de Asia, muy poco se entiende la idea de: “Yo soy misionero y vengo a predicar el evangelio”, “Yo soy un pastor”, “¿Yo, pastor? ¿Cómo así?”, “¿Misionero? ¿Cómo así?”.

Entonces, ¿cuáles son las ventajas que te da ser un obrero biocupacional?

Jazmín

Pienso que las ventajas son bastantes, comparado también con los desafíos, que también pueden ser grandes, pero las ventajas creo que son muchísimo mayores. Porque, en primer lugar, creo que no se tiene el problema de legitimizar una identidad.

Muchos obreros llegan a lugares y contextos de acceso restringido, o inclusive de acceso no restringido, como por ejemplo España, y llegan solo como un misionero de carrera, y están ahí sin hacer nada. Y la gente se pregunta: “¿Y estos de qué viven?”, o “¿Estos qué hacen?” Esa legitimidad que tienes que tener delante de la gente cuesta un poco más si eres solo un misionero de carrera.

Pero si eres un misionero biocupacional, llegas y entonces la gente dice: “Esta persona viene a hacer x o y cosa”.

David:

Es maestro, maestro de inglés.

Jazmín: 

Sí, por ejemplo, en mi caso, yo vivía en un contexto de acceso restringido, y vivía en un pueblo pequeño, en un lugar aislado, en un lugar remoto, en un confín de la tierra. Yo estaba ahí como mujer soltera, y la gente se preguntaba: ¿qué hace ella aquí?, ¿por qué está aquí sin un esposo?, ¿por qué está aquí viviendo sola?, ¿por qué no está con su familia en su país?

Sin embargo, ellos sabían que yo trabajaba para una ONG internacional y que estaba ahí dirigiendo proyectos de ayuda social, y que trabajaba en diferentes aspectos de ayuda social en el pueblo y fuera del pueblo. Ellos miraban que yo tenía un horario de oficina, que yo iba a trabajar, que a veces tenía que salir de viaje a otras ciudades del país, que tenía una vida activa dentro de esta sociedad y que por eso estaba ahí.

Entonces, yo no tuve en ningún momento el problema de legitimizar mi identidad. Yo era una mujer soltera, cristiana, viviendo en un confín de la tierra, y nadie lo cuestionó después de que me conocieron. Y si me preguntaban: “¿Por qué estás aquí?”, “Porque Dios me trajo aquí”. Así era la respuesta. “Y estoy muy feliz de poder trabajar aquí, colaborar con ustedes, servirles a ustedes”. Y ellos miraban que realmente eso estaba sucediendo. Entonces, no había ese tipo de problema.

También tiene la ventaja, ser misionero biocupacional, de que tienes acceso a muchas más personas en diferentes contextos. Por ejemplo, las mujeres, muchas veces, si tienen hijos, se quedan limitadas a tener acceso a las mamás de las escuelas donde estudian sus hijos y quizás a sus vecinas. Pero si tuvieran un trabajo, podrían tener acceso también a las personas del trabajo, a las personas que llegan ahí. Y hay una cadena, una cadena de gente más grande que puedes conocer cuando tienes un trabajo biocupacional.

Y también, si tienes una carrera o un oficio en el que te has especializado, tienes la ventaja de que puedes seguir poniendo en práctica lo que has aprendido, lo que Dios te ha permitido tener como profesión, y lo que el Señor te ha dado en tus dones, en tus talentos. Puedes seguirlos poniendo en práctica, y no te queda esa frustración de: “Invertí años de mi vida estudiando y no lo uso”. No, porque siendo obrero biocupacional puedes seguir usando lo que Dios te ha dado.

David:

Muy bien. Mientras te escucho, Jazmín, pienso en esta idea de las redes, las redes naturales que se dan en un trabajo. Tienes compañeros de trabajo, pero están las familias de tus compañeros de trabajo. No solamente tienes conexiones ocasionales, como la gente que ves en el parque o cuando vas de compras al supermercado o llevas una mascota a caminar por la calle, sino que hay redes mucho más fuertes que te permiten esas conexiones. Y esa, por supuesto, podemos ver que es una ventaja.

Ahora quiero ir a la motivación. Yo he escuchado que hay trabajadores biocupacionales que llegan a un lugar y usan la empresa, o la ONG, o el centro cultural, o la escuela como una fachada. Y tú lo mencionaste. Entonces, digamos que dicen que es esto y esta es la excusa para entrar, pero solo es la excusa. Adentro es como que hacen otras cosas que no tienen nada que ver con las cosas por las que entraron.

He escuchado personas que dicen: “Bueno, aunque yo esté haciendo lo que dije que iba a hacer, mi motivación principal es predicar el mensaje del evangelio y que la gente se convierta a Cristo”. Entonces, ¿no es eso hipocresía? Esa es la pregunta que me han hecho a mí.

Mi respuesta es: yo no sé, porque nunca he estado en ese contexto, nunca he estado en esa situación particular. Pero tú, que has tenido la experiencia, ¿cómo responderías a esa pregunta? ¿No es eso hipocresía? Porque tu fin es compartir las buenas nuevas de salvación en Cristo, pero estás trabajando.

Entonces, ¿cómo tú manejas eso? ¿Lo has reflexionado?

Jazmín:

Sí, sí. Mira, yo no le diría tal vez hipocresía, yo le diría deslealtad. Porque creo que estamos llamados a hacer una misión integral. Tienes que dar el evangelio, pero también tienes que compartir un evangelio que transforme a la comunidad donde estás. Entonces, tiene que ser un poder transformador, el del evangelio. Debes tener claro que ese poder transformador va a llevar desarrollo a la comunidad en donde estás.

Sí puedes tener un acceso creativo y usarlo solo de fachada, pero ¿acaso no estás siendo desleal si no estás ayudando al pobre, si no estás consolando a las viudas, a las necesitadas? Y el Señor nos ha llamado a eso también: a alimentar al pobre, a visitar al preso, a estar con los enfermos, a ungirlos con aceite.

Si no estás haciendo esa parte de obra social, de carácter social, que deberías estar cumpliendo también como mandato del evangelio, ahí hay una parte de deslealtad a lo que el Señor te llama a hacer.

Si estás en un negocio, tienes que concentrarte en tu negocio. Pero, ¿estás usando tu negocio para ayudar a los necesitados de la comunidad? Por ejemplo, si tienes un restaurante, ¿llevas comida a los que están alrededor que realmente lo necesitan? ¿Le estás dando trabajo a la gente local? ¿Estás pagando de manera justa?

Sí puedes predicar el evangelio, pero tienes que integrar también esta parte del aspecto social para que esto sea una misión integral.

Si estás dejando por un lado lo que dijiste que ibas a hacer, estás siendo desleal a tu iglesia, estás siendo desleal a Dios y estás siendo desleal al país que te está recibiendo.

Creo que es una cosa de conciencia personal, el equilibrar también estas dos cosas. Creo que está muy mal visto que la gente entre solo con una fachada: “Bueno, ya estoy aquí y tengo una fachada”.

Conocí un caso de alguien en Asia Central que tenía una juguetería y vendía juguetes de madera para niños pequeños. Y llegabas a la juguetería y estaba cerrada todo el tiempo, porque el misionero no estaba ahí. La juguetería no tenía un empleado, pero era la fachada. Todo el tiempo estaba cerrada, y los juguetes empolvados.

Hasta que el gobierno decidió cerrarle la juguetería porque no producía, estaba cerrada todo el tiempo, y el misionero tuvo que salir.

Entonces, si no vas a cumplir con esto que has dicho que vas a hacer, va a llegar un momento en el que probablemente te van a cancelar la visa que tienes. Claro.

David:

Por supuesto. Vamos ahora tomando el tema de entrenamiento, preparación. Hemos hablado de eso al inicio.

Pero, ¿qué entrenamiento práctico es necesario para una misión efectiva? Podemos hablar un poco de idiomas. ¿Qué habilidades, trato intercultural necesita? ¿Qué, por ejemplo, en tu caso, qué idioma era el que hablaban en el equipo?

Tú hablas español, vienes de América Latina, te integras a un equipo. El pueblo al que vas a servir habla un idioma, pero tu equipo habla otro idioma. Esos son los desafíos que un obrero biocupacional tiene que considerar.

En tu caso, ¿qué tipo de entrenamiento necesitaste o, viendo hacia atrás, tú dices: “Yo creo que esto es importante que se tome en cuenta”?

Jazmín:

Sí, mira, hay algo de lo que no se habla mucho que creo que todos los que están pensando en ir al campo misionero deben desarrollarlo. Gracias a Dios, en Guatemala nosotros tenemos la oportunidad de desarrollar esto porque tenemos diferentes grupos étnicos y hay muchos idiomas, pero no toda la gente lo tiene. Y es la inteligencia intercultural. Eso creo que es algo que todos debemos desarrollar. No es algo que te lo enseñen, pero debes desarrollarlo, y es la capacidad de relacionarse con personas de diferentes culturas.

Esto te permite apreciar los valores del otro, apreciar sus creencias. No necesariamente tienes que convertirte a sus creencias, pero sí apreciarlos, entenderlos, entender sus normas sociales y mostrar respeto por esto.

Muchas veces, nosotros aquí en Guatemala vemos misioneros que no pueden vivir si no tienen tortillas y frijoles, y entonces, ¿cómo se van a ir, por ejemplo, a vivir a Europa, que quieren irse a España, y no pueden dejar de vivir si no tienen tortillas y frijoles? Y eso es lo más común que comemos en Guatemala. Yo, al menos, como ya sabía que no los iba a encontrar tan fácilmente en el contexto donde iba a estar, dejé de comer frijoles tres años antes de irme. Entonces, cuando finalmente llegué allá, no los necesité. Tortilla nunca he comido, pero tampoco necesité los frijoles.

Eso es desarrollar inteligencia intercultural. O, por ejemplo, si estás acostumbrado a que estás yendo a la iglesia y siempre te sientas a la par de tu esposa, y si no está tu esposa a la par tuya tienes conflicto con eso y no estás dispuesto a dejar eso. Pero si vas a otro país y vas a una iglesia, por ejemplo en la India, los hombres se sientan de un lado y las mujeres del otro. Desarrollas inteligencia intercultural cuando aceptas el hecho de que esa cultura es diferente y estás en disponibilidad de adaptarte a ella.

Esa es una de las cosas que hay que desarrollar, hay que trabajar en ello, porque no es algo con lo que se nace, sino que hay que desarrollarlo y aprender a ser sensible. Ahí empieza el que muera mi “yo” para comenzar a aceptar lo que son los demás, qué creen y qué son.

Otra cosa importante son los idiomas. Yo desde muy pequeña hablé inglés porque me lo inculcaron en mi familia y en el colegio. Siempre me gustaron los idiomas, es algo de familia. Así que, cuando terminé la universidad, comencé a estudiar francés. Así que cuando fui a vivir al norte de África, ya hablaba inglés y francés.

Al llegar a este lugar, tuve que aprender árabe porque era el idioma predominante, y toda la comunicación dentro de mi equipo —un equipo internacional, multicultural— era en inglés. Había gente en el equipo que hablaba noruego, sueco, alemán, portugués, español y francés. Esos eran los idiomas de mi equipo. Y entonces, ¿en qué íbamos a hablar? En inglés.

Inclusive si estás pensando irte de misionero a Latinoamérica, o a España, es muy importante hablar inglés. La gente dice: “Ay, no, se pueden ir sin hablar inglés”. Sí, se pueden ir, pero les va a ser más difícil cuando tengan que trabajar en equipos multiculturales, porque el idioma oficial siempre es el inglés.

Hay que aprender inglés. Creo que es una obligación de todo misionero. Y aprender el idioma mayoritario del país al que se va.

En mi caso, el francés me ayudó muchísimo en mi trabajo, porque yo me comunicaba a nivel gubernamental, y todo lo que hacía a ese nivel era en francés. Mi carencia de un buen árabe me impedía comunicarme y hacer todo en árabe. Pero tenía un nivel suficiente de francés como para poder mandar correos electrónicos, cartas, propuestas de proyectos, y todo hacerlo en francés.

Eso fue una gran ventaja. Y mientras tanto, fui aprendiendo árabe, que era lo que me servía en la vida diaria, para compartir el evangelio, para relacionarme con mis vecinos, con la gente de la comunidad, en el supermercado y en la vida cotidiana. También con las personas que eran mi objetivo alcanzar: las mujeres marginalizadas.

Creo que también es necesario tener una educación profesional si vas como misionero biocupacional o una ocupación técnica. Por ejemplo, hay tantas carreras. El trabajo social es una carrera muy importante para las misiones, y que por lo menos en Guatemala es algo que se inculca muy poco. Pero creo que es muy válido hacerlo.

Todo el mundo quiere ser médico o enfermero, pero hay muchos más campos que se pueden considerar: la agricultura, la ingeniería con especialización en aguas, en tratamiento de aguas —eso es muy importante en casi cualquier país—, saber tratar las aguas para que sean purificadas y también las aguas residuales.

El trabajo agrícola es muy importante para ciertos contextos. La energía renovable también es muy importante para otros. Puedes tener esta educación profesional, pero también puedes saber barbería si eres hombre. Puedes saber de mecánica, de plomería, y esto te puede ayudar a bendecir a los vecinos, a tu comunidad, a tu equipo. Son cosas que puedes poner en práctica.

Por ejemplo, si ves un hombre en la calle que está muy desprolijo y no se ha cortado la barba, puedes ofrecerle cortarle la barba gratuitamente. Puede ser una persona de la calle que necesite eso y que no pueda pagarlo, y tú puedes bendecirlo por medio de eso.

En mi caso, tenía capacitación en muchas áreas. Me ha gustado mucho cocinar, entonces tengo muchos cursos de cocina. Un año antes de irme, aquí en Guatemala, hice un curso de dulces típicos tradicionales. Eso me abrió las puertas con todas mis amigas, porque las invitaba a mi casa a hacer los dulces típicos tradicionales de Guatemala con los ingredientes disponibles allá. Y esos eran momentos en los que yo podía compartir con ellas el evangelio.

Por ejemplo, hacíamos casas de chocolate para Navidad, y podía contarles la historia de Navidad mientras hacíamos las casas de chocolate. Eso es algo que ayuda.

Estética, pedagogía —en el caso de las madres, pueden estudiar pedagogía para enseñarles a sus amigas cómo educar a sus hijos. También hay capacitación misionera, temas como levantamiento de fondos, cómo escribir cartas. Todo eso creo que es parte integral de la capacitación para ir al campo misionero.

David:

Ya me dio hambre con eso de las galletas de chocolate.

Sí, gracias por compartirnos todo eso, Jazmín. Es muy importante que escuchemos gente con experiencia.

Ahora, una pregunta tal vez en extensión a lo que estamos conversando es: ¿la preparación misionera es igual para todos los campos, o hay cosas específicas que tú necesitaste para trabajar en el campo al cual fuiste a servir en el norte de África?

Jazmín:

Yo creo que es diferente para cada campo.

Yo realmente, al final, ya cuando iba a salir al campo, no necesité algo muy específico porque me había preparado durante muchos años. Entonces, yo sí sabía que iba a trabajar con musulmanes. Durante los años, recibí muchas capacitaciones, que fueron específicas para trabajar con musulmanes, para cómo compartir el evangelio con ellos.

Obviamente, si vas a trabajar en un campo hinduista, ¿cómo compartes el evangelio en ese entorno? Si vas a trabajar con budistas, ¿cómo compartes el evangelio ahí? Si vas a trabajar con los ateos de Europa, ¿cómo compartes el evangelio ahí? Entonces, son capacitaciones específicas para ese campo.

Si es un país de acceso restringido, ¿qué cosas de seguridad debes hacer? ¿Cómo prevenir un secuestro? ¿Qué hacer si te están amenazando? ¿Qué pasa si te enfrentas con la policía? Son capacitaciones muy específicas que tendrá que darte tu agencia misionera en el momento antes de llegar al campo. Y hay una capacitación constante que continúa mientras estás en el campo, porque las situaciones cambian.

También, por ejemplo, si vas a trabajar en un contexto de guerra, como en Sudán, no es lo mismo que si vas a trabajar en Sudáfrica. Hay conflicto en Sudán. Entonces, tienes que saber trabajar en zonas de conflicto, zonas de guerra.

Si vas a trabajar en India, donde hay tantas enfermedades porque el clima es muy fuerte, ¿cómo vas a capacitarte o qué capacitación vas a recibir, por ejemplo, para tratar la malaria o tratar con personas con enfermedades como la lepra? Porque en la India hay lepra. Entonces, ¿cómo vas a tratar con eso?

Son capacitaciones específicas para cada lugar a donde vas a ir.

Hay cosas básicas para todos. Por ejemplo, la capacitación misionera básica de aprender otras culturas, adquisición de idiomas, etcétera. Y toda la parte bíblica y teológica, que también debe estar reforzada por la cosmovisión del lugar a donde vas. Tienes que entender cuál es la cosmovisión que está ahí y cómo puedes transmitir la tuya.

Eso es parte de tu capacitación bíblica y teológica, que tienes que adaptar al lugar a donde vas a trabajar, porque no es lo mismo ir a una religión monoteísta como el islam que ir a China o a India.

Sí, va a depender de dónde vas a ir, para el tipo de capacitación que necesitas. No es lo mismo para todos los campos.

David Puerto:

Pensando en la preparación, pero también en la puesta en práctica de la misión, estamos hablando de un periodo extendido de tiempo que implica prepararte para salir al campo, salir al campo en sí mismo, llegar, establecerte y quedarte a largo plazo.

Hay diferentes tiempos, pero todo eso implica trabajo, esfuerzo, dedicación, mucha oración, dependencia del Señor, búsqueda de consejo, involucrar a tu iglesia local, caminar con la agencia misionera.

Y una vez llegado al campo, el trabajo no se termina ahí. ¿Cómo comienza esa nueva etapa de adaptación? ¿Cómo evitas, como misionero biocupacional, el desgaste espiritual, emocional? O como se conoce popularmente, el término burnout, o llegar a quemarte. Trabajar, trabajar, trabajar extenuadamente, aprender idiomas, y llegar a un punto donde te agotas, la gasolina se acaba y ya no hay más energía emocional para servir a otros.

¿Cómo evitas llegar a ese punto en medio de tanto que hay que hacer?

Jazmín:

Creo que requiere de mucha humildad esto.

Primero tienes que tener la humildad de reconocer que eres falible, de que en algún momento puedes fallar. Inclusive, este fallar no es caer en un pecado grave, sino fallar en cuidarte a ti mismo, en ocuparte de ti, en tomarte el tiempo de descansar. Hay que tener la humildad de poder reconocer eso.

Creo que es importante también entender el contexto espiritual donde se está trabajando. Yo que tuve oportunidad de estar sirviendo en la India por periodos cortos, dos veces, el ambiente espiritual ahí es totalmente diferente a servir en el norte de África.

Porque en la India yo tuve la oportunidad —que no, bueno, no es oportunidad, sino que el infortunio— de ver cosas diabólicas suceder, que eso no lo vi en el norte de África. Vas caminando por la calle y ves a la gente endemoniada. Puedes percibirlo, es como el Espíritu te revela que estás enfrentando un demonio ahí. Tal vez no te vas a enfrentar cara a cara, pero estás viendo lo que viene hacia ti, sabes que eso no es de Dios.

Ese es un tipo de lucha diferente a lo que se puede vivir en el norte de África. No quiere decir que sea más fácil, solo es diferente. Tienes que entender ese tipo de contexto.

El contexto espiritual, de dónde pueden venir los ataques y las luchas espirituales. Por ejemplo, esto es un caso un poco controversial, pero para una mujer en un contexto árabe eso es muy difícil, porque los hombres árabes son seductores, esa es su naturaleza. Y para una mujer que no está bien centrada, eso puede ser un tropiezo.

Es una lucha espiritual la que puede llegar a tener en ese contexto. La mujer es marginalizada si no está casada. Eso puede ser muy difícil para una mujer soltera. Puede llevarla a sentirse cargada, frustrada, marginalizada. Son cosas que la pueden llevar a agotarse tanto que pueden llevarla a un burnout.

Son las cosas espirituales que hay que discernir de cada lugar.

Hay que analizar también qué impacto tiene en la vida del misionero, por ejemplo, el no tener una iglesia y no tener una comunidad cercana de creyentes fieles que te edifiquen, porque vas a estar aislado, solo, y va a ser tú y el Señor y tu familia los que van a estar ahí. Pero tal vez a ti te gusta tener un amigo, un grupo de amigos confidentes con los que puedas compartir tus luchas, tus necesidades. Y si no tienes eso porque no existe, entonces, ¿cómo va a afectar eso a tu vida?

Son cosas en las que el misionero debe estar consciente, cómo te va a afectar. De hecho, en las entrevistas previas a mi reclutamiento en esta ONG, esa era una de las preguntas: “Para usted, ¿qué significa estar en un contexto donde no hay iglesia?”

Porque aquí en Guatemala somos muy iglesiocéntricos, todo pasa alrededor de la iglesia. Pero en esos lugares no hay iglesia. Entonces, para mí fue aprender a depender de mi equipo, que se convirtió en mi iglesia. Todos los domingos nos reuníamos, teníamos un tiempo de devocional, de alabanza, y esa era mi iglesia. O sea, mi…

David:

Algo muy diferente.

Jazmín:

Totalmente diferente, sí.

Entonces, yo extrañaba mi iglesia enviadora, pero en ese momento esa ya no era mi iglesia, sino que era mi equipo, lo que yo tenía ahí, lo que día a día y semana a semana estaba edificándose, fortaleciéndose y acompañándome en ese proceso de caminar cristiano.

También es necesario desarrollar disciplinas espirituales fuertes: la oración, lectura de la Palabra, alabanza y adoración individual. Porque muchas veces vas a estar solo. Conocer tus emociones, y a veces es bien difícil poder decir: “Estoy teniendo un problema con el orgullo porque me considero mejor que las personas que me rodean”. Eso es poder conocer ese tipo de emociones.

O: “Me estoy deprimiendo porque no estoy teniendo x o y cosa”, o simplemente: “He llegado al punto que estoy fastidiado con la cultura que está alrededor mío porque no es mi cultura y necesito salir”.

Entonces, llegar a ese punto… Yo, por ejemplo, intentaba salir del campo una vez al año, por lo menos, aunque sea una semana, a un contexto que no fuera islámico. Eso me ayudaba a mantenerme y seguir adelante. Programar el descanso, ser intencional en descansar, eso es algo muy importante para no estar en ese trajín que decías.

David:

Y para cerrar, Jazmín, ¿qué le dirías a un creyente latinoamericano? Un soltero, una soltera, una pareja casada, una familia que está considerando y se dice: “¿El Señor me estará llamando a uno de estos lugares para servir al Señor, en lugares donde hay poco acceso al evangelio, donde la iglesia es menos visible?”

¿Qué le dirías a un creyente latinoamericano que está buscando confirmar eso?

Jazmín:

Bueno, esto… el llamado creo que es personal, e inclusive en una pareja, en una familia, el llamado es personal.

Ambos tienen que tener claridad en que Dios los está llamando a hacer lo que están teniendo, lo que están pensando, por lo que están orando. Tener claridad de que es el Señor el que te está llamando, tener convicción y certeza. Si tienes dudas, mejor es esperar.

Estoy convencida de que el Señor habla claramente. Entonces, si estás así como que: “Vamos a ver, no sé, es que me gustaría, podría ser bueno”, si tienes dudas, haz una experiencia corta, de un mes. Eso te va aclarando las dudas.

Porque, de repente te interesa, pero vas y te metes a cualquier país, y resulta que te das cuenta de que no podías vivir sin las tortillas y los frijoles de los que hablamos, y que realmente no es para ti porque no tienes tus tortillas, tus diez petales de tortillas, tus dólares de tortillas diarios.

Entonces, no te vas a poder ir si no puedes rendirte en esa parte, que es la alimentación. O simplemente te niegas a aprender otro idioma. Las experiencias cortas son útiles.

Eso te ayuda a aclarar esto y tener certeza en ese llamado.

Yo diría también que estés dispuesto a esperar en Dios, a que Él te indique cómo, cuándo y dónde. Porque puede ser que te emociones porque alguien hizo tal cosa, pero eso no es lo que Dios tiene para ti, sino que Dios te quiere usar con los dones y talentos que Él te ha dado. Te quiere usar en otro lado.

Entonces espera, escucha la voz de Dios y Él te va a aclarar cómo, cuándo y dónde.

Sirve en tu iglesia local. Ten claro que mientras estés sirviendo en tu iglesia local, vas a conocer tu liderazgo, vas a poner a prueba tus dones y talentos, cómo los usas, cómo los pones al servicio de Dios. Y la gente va a ver si eres un siervo aprobado o no para la obra.

Porque se hace una gran inversión económica y de recursos —no solo económicos, sino de toda índole diferente— en enviar a un misionero. Entonces, demuéstrale a tu iglesia que estás capacitado para servir.

Busca un mentor que te acompañe en este proceso. Eso han hablado aquí en este espacio antes, sobre la mentoría, pero yo diría que busques un mentor que ha estado en el campo misionero. No solo un mentor que ha ido a un viajecito corto de tres meses o ha estado seis meses en el campo, sino alguien que ha estado ahí, que ha pasado su vida ahí, que ha invertido su vida en adaptarse, en meterse en la cultura, para que te vaya acompañando y diciéndote: “Esto es lo que te conviene hacer”, o “Esto te podría ayudar”, y que te vayas escuchando también en cómo vas evolucionando en este proceso.

Y por último, diría que se capaciten. Ya cuando tengan claro el llamado, que se capaciten en muchas cosas, lo que puedan.

David:

Sí, sí. Yo creo que, de la conversación que hemos tenido, hay muchos puntos de reflexión.

Muchísimas gracias. Muchas gracias por tu tiempo, por invertir tu tiempo, por prepararte también para esta entrevista. Ha sido un privilegio. He aprendido mucho de manera personal y espero también que las personas que se topen con esta entrevista, con este podcast, puedan ser bendecidas.

Tu testimonio nos anima, nos anima mucho, y que el Señor te dirija en los pasos que Él tiene para ti.

Muchas gracias por estar con nosotros.

Jazmín:

Es un gusto, David. Estamos a la orden y espero que el Señor siga usando este espacio para animar a otros a involucrarse en la misión.

David: 

Que así sea. Saben que este es un espacio donde nos sentamos con amigos a conversar acerca de la misión de Dios, de manera local y de manera global.

Así que esperamos que nos encontremos en el futuro, y que el Señor les bendiga.